Diario de Mallorca, 9 de septiembre de 2024
Sempere cambió la realidad del barrio en 1969 al crear el club de fútbol, brindando a los jóvenes un espacio de formación y ocio. El campo llegó a representar un ejemplo de esfuerzo comunitario y de cómo superar las dificultades que afrontaba la barriada
Las grandes sociedades deportivas cuidan sus referentes mediante un trabajado relato histórico que ayuda a fidelizar a sus aficionados. Esto no es tan frecuente en aquellas más humildes, tan ocupadas por sobrevivir en el día a día, donde podemos hallar verdaderos ilustres que trascienden el ámbito deportivo y competitivo para ser figuras ejemplares. Son personas que merecen un recuerdo y un homenaje; pero por desgracia muchas de ellas han caído en el olvido.
Un caso así lo hallamos en Verge de Lluc, uno de los barrios más humildes de Palma. Fue construido entre 1956 y 1957 como complejo de viviendas de protección oficial, patrocinado por el Obispado de Mallorca y según proyecto del arquitecto Antoni Roca Cabanellas (1909-1986), autor de proyectos similares como las Cases Barato de Inca (1947) o Corea, en el Camp Redó de Palma (1955).
Este tipo de complejos residenciales, tan frecuentes antaño, nacían con grandes carencias y sin servicios básicos, infraestructuras, equipamientos o transporte público. Lo que antaño se denominaban “barriadas extremas”, al construirse en los suburbios de las ciudades, donde estas realidades eran menos visibles. Por ejemplo, Verge de Lluc no tuvo parroquia hasta 1967 ni escuela hasta 1969, entre otras carencias que muchas veces dejaban la responsabilidad de mejora en manos de sus propios residentes.
En entornos como este surgieron figuras de relevancia enorme. Verdaderos héroes sin capa, que con férrea voluntad y tenaz insistencia consiguieron generar complicidades colectivas, proyectos de cooperación y liderar iniciativas de futuro, pero que el paso del tiempo ha olvidado pese a su transcendencia. Así, en el plano deportivo y social de Verge de Lluc existió un caso excepcional: José Sempere Alfonsea.
Sempere nació el 21 de julio de 1933 en Santa Pola (Alicante), en una familia de pescadores. Pronto tuvo claro que no quería dedicarse a este mundo y hacia los quince años emigra a Mallorca. Se abrió camino con diversos empleos relacionados con la albañilería: alicatador, embaldosador, etc., hasta que consigue establecerse por su cuenta y crear una pequeña empresa de construcción en que trabajaría toda su vida. Se casó con Petronila Garrido Expósito y se establecieron en el barrio de Verge de Lluc, donde tuvieron dos hijos, Pedro (1961) y Maite (1965).
Era un hombre inquieto, con iniciativa y ganas de hacer barrio en un lugar donde faltaba de todo. Fue providencial su encuentro con Bartomeu Mateu Coll (1933-2000), quien fue primer párroco del barrio, destinado a finales de 1967. Ambos sintonizaron pronto y encontraron un punto común: el fútbol, al que eran muy aficionados. Y proyectaron crear un club, no por motivos competitivos sino con un objeto social, con la pretensión de crear un punto de encuentro lúdico, formativo y procurar sano entretenimiento para su barriada, con especial atención a niños y jóvenes.
Así, en 1969 nació el Club de Fútbol Virgen de Lluc. José Sempere fue presidente fundador y primer mandatario, ayudado y asesorado por el párroco, Bartomeu Mateu. Por ejemplo, la mano del sacerdote se hizo notar en la elección de la equipación, camisa azul y pantalón blanco: eran los colores de la Verge de Lluc. El campo de juego se habilitó en un descampado, a las afueras del barrio y cerca del Torrent Gros al que se accedía desde calle Aragón, antes del viaducto que conduce al Pont d’Inca, que fue adecentado entre todos hasta convertirlo en un campo apto para entrenar y competir. Fue conocido como Villa María y era tan precario y humilde que al anochecer era necesario encender los faros de los coches allí aparcados para alumbrar el terreno de juego. Faltaban recursos, pero nunca ganas ni ingenio.
Desde el principio Sempere tuvo claro que el futuro del CF Virgen de Lluc pasaba por trabajar desde la base, sin grandes fichajes ni inversiones, sino fomentando la cantera y que se nutriese del barrio, muy necesitado de actividades organizadas y formativas en un lugar en que faltaba de todo. También fue pionero y transgresor al concebir el deporte desde una perspectiva abierta y renovadora, al ser el primer club mallorquín que tuvo un equipo femenino estable; llegó a ser el más potente de la isla, con un nivel similar al de otros conjuntos de la península pese a su brevedad, de 1970 a 1973.
Al ser el Villa María un campo demasiado precario y sin servicios básicos, Sempere impulsó el alquiler de unos terrenos en pleno barrio para construir uno en mejores condiciones. Contó con la ayuda de todos los vecinos que se prestaron y entre todos se pusieron manos a la obra, colaborando en el desbroce, aplanado, cercado, construcción de dependencias (almacén, vestuarios y local social), gradas y tribuna.
El nuevo campo abrió sus puertas el 10 de agosto de 1974, ahora hace 50 años. Fue bautizado como Campo José Sempere por decisión de la junta directiva del club sin que Sempere lo supiera, como reconocimiento a su dedicación, esfuerzo y constancia para que el barrio y sus convecinos tuvieran unas instalaciones dignas, hechas por y para todos. Gracias a él, en cinco años el barrio pasó de la nada a tener un flamante club deportivo, con una cantera pujante y firmemente enraizada en el barrio, con instalaciones construidas y dirigidas por sus propios vecinos. Ejemplo de colaboración vecinal y empuje mancomunado, que de no haber sido por la astucia de Sempere quizá no hubiera llegado a buen puerto.
José Sempere permaneció como presidente del club hasta mediados de los años 80, cuando fue sucedido por su cuñado, Práxedes Garrido. Siguió ligado al mundo del fútbol; pero más vinculado a la Federación Balear, donde también fue muy querido y popular. Aparte de la devoción por el club de su barrio, al que ayudó a nacer y crecer, era acérrimo seguidor del RCD Mallorca, al que fue a ver jugar en numerosas ocasiones, y también del Real Madrid. A nivel personal siempre mantuvo los vínculos con su Santa Pola natal, donde conservó numerosas amistades y viajó con su familia siempre que pudo. Curiosamente no llegó a coincidir con el presidente del Real Madrid, Santiago Bernabeu, quien tenía un chalecito en la misma localidad y en el que pasó largas temporadas. Aunque Sempere sí llegó a tener amigos comunes, con los que Bernabeu salía a pescar.
Durante los años noventa el estado de las instalaciones empeoró y el CF Virgen de Lluc se vería muy afectado. En 1997 desapareció el primer equipo y desde 2002 su fútbol base, al no encontrar donde seguir jugando. Ese mismo año el Ayuntamiento compró el campo para recuperarlo como instalación municipal; pero el proyecto se demoró durante años y el club entró en una larga etapa de inactividad, aunque sin llegar a la disolución.
En 2014 se intentó adecentar el espacio; pero el viejo campo era irrecuperable y era necesaria una instalación totalmente nueva. Esta se realizó en dos fases. En 2018 se derribaron las antiguas instalaciones, todo aquello que construyeron los vecinos, pero que había quedado obsoleto. Y este año se ejecutó la segunda fase, que permitió que el pasado 10 de julio fuese inaugurado el Campo Municipal Verge de Lluc. Hoy es una instalación moderna, con césped artificial y nuevas dependencias, apta para fútbol y hockey hierba, que permitirá que el CF Virgen de Lluc vuelva a la vida después de casi 25 años de inactividad.
La reapertura es una gran noticia para el barrio, aunque nada quede de la primitiva instalación. Sin embargo, tampoco ha pervivido su nombre original: el de José Sempere, quien impulsara su construcción y que no ha llegado a ver su reapertura. Pasó sus últimos años en el vecino barrio del Pont d’Inca, donde falleció el 7 de mayo de 2003, poco antes de cumplir 70 años.
En 2004 el Ayuntamiento de Palma bautizó una de las calles del barrio con el nombre de Bartomeu Mateu, cerca de la parroquia donde ejerció su ministerio. En cambio, con José Sempere el proceso ha sido inverso y su nombre ha desaparecido del renacido campo de fútbol. Sería una buena iniciativa recuperar su figura y que el remozado campo se llamara Municipal José Sempere, para que su ejemplo y legado permanezcan en la memoria colectiva del barrio. O, en su defecto, mediante una placa conmemorativa, un monumento o una vía urbana en la barriada por la que tanto luchó.
El Ayuntamiento, así como los vecinos de Verge de Lluc, tienen la última palabra para reivindicar el nombre de José Sempere Alfonsea, figura vecinal que nunca debió caer en el olvido.