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440. El aljibe de Fuentes Claras

La Tajadera (núm. 62-63), septiembre de 2024

Gran parte de la actividad agrícola y ganadera de Fuentes Claras se concentra en torno al río Jiloca, zona poblada por abundantes corrientes fluviales en superficie y subterráneas que le proporcionan gran fertilidad. Pero también existen amplias extensiones de secano a ambos lados del término municipal, aptas para el cultivo y el pastoreo, que necesitan estar bien abastecidas de agua para poder subsistir.

Para ello, entre otros sistemas, se han empleado aljibes para almacenar el agua canalizada o transportada durante largo tiempo en condiciones óptimas. Los aljibes tienen forma de grandes depósitos o cisternas, construidos total o parcialmente a ras del suelo aprovechando los desniveles del terreno, que recogen el agua para riego o consumo animal. Puede proceder tanto de ríos y manantiales como de precipitaciones, y por sus características la mantienen fresca y en buenas condiciones durante largo tiempo.

En Fuentes Claras tenemos un aljibe muy destacado y de grandes dimensiones, lejos del núcleo urbano. Está situado en el camino a Bañón, dejando atrás la carretera general y la autovía, en los terrenos conocidos como la Balsa y al lado de una escombrera, en la extensa zona de cultivos de secano existentes al Este del término municipal. A primera vista apenas es visible desde el camino al estar ubicado en una ligera depresión del terreno, lo que precisamente ayuda a su función de acumulación de agua.

Es una construcción sencilla, sin alardes arquitectónicos pero de forma muy original, construida durante la segunda mitad del pasado siglo. Es de planta rectangular y tiene cubierta de cañón ondulada. Combina el hormigón (en las paredes del depósito) y el ladrillo moderno (en la cubierta) recubierto externamente con cemento. Está orientado de sudeste a noreste y tiene la entrada en uno de sus costados cortos, el que mira al camino a Bañón. Dispone de ventanucos en ambos lados cortos y la puerta consiste en una sencilla reja que permite asomarse al interior, un recinto fresco y seco.

En sus inmediaciones son visibles dos abrevaderos en canal, muy estrechos y alargados, seguramente construidos para proveer de agua al ganado. Hay, además, un tercero más pequeño, adosado a la entrada del aljibe. Siendo una construcción relativamente reciente, da sensación de abandono al estar rodeado de malas hierbas, tan altas que casi esconden los abrevaderos. Sin embargo, funciona: su interior permanece lleno de agua y la cubierta sigue firme, sin escapes ni fisuras. Pese a su modestia aparente tiene gran capacidad, siendo apto sobre todo para agua de lluvia, pues carece del abastecimiento propio de los terrenos de regadío cercanos al Jiloca.

El aljibe de Fuentes Claras es claro ejemplo de la ingeniería tradicional del agua aplicada a zonas secas, imprescindible hasta fechas recientes y aún funcional, pese a ser desplazada en favor de otras técnicas modernas de riego. Una estructura sencilla pero resistente al paso del tiempo, sin necesidad de excesivo mantenimiento, de diseño tan original como efectivo que merece ser valorada y conservada.