La Tajadera (núm. 54-55), año nuevo 2024
En la Comarca del Jiloca ha sido conocida la Estación de Caminreal-Fuentes Claras como importante
nudo ferroviario en la zona. Inaugurada en 1933 según diseño del arquitecto Luis Gutiérrez Soto, allí se
unían dos líneas construidas por la antigua Compañía del Ferrocarril Central de Aragón: la línea
Calatayud-Valencia, trazada en 1901, y la línea Zaragoza-Caminreal, inaugurada en 1933 a la vez que la
Estación y popularmente conocida como “el Caminreal”. Ambas líneas se unían (o separaban, según el
destino) durante décadas en dicha estación, de gran importancia estratégica.
Mientras tanto, a menos de un kilómetro y hacia el norte, existió un sencillo Apeadero situado en El
Santo, pequeña pedanía de Fuentes Claras. Allí paraban los trenes de una de las líneas, la Calatayud-
Valencia. En el barrio, separado del núcleo urbano y pegado a la línea ferroviaria, aún existe el viejo
Apeadero, situado nada más cruzar el paso a nivel (conocido como “la Rampa”) que sortea la vía de tren,
construido hacia 1917.
Cuando se inauguró la línea Calatayud-Valencia en 1901 solo contemplaba tres apeaderos: Villafeliche
(Zaragoza), Villarquemado (Teruel) y Gilet (Valencia). Pero después de la Guerra Civil las diferentes
compañías privadas de ferrocarril fueron integradas en una sola red pública nacional: la actual RENFE, en
1941. Entonces la política seguida fue dar acceso al máximo número de usuarios, multiplicando
apeaderos allá donde pasara una línea férrea. Así nació el Apeadero de Fuentes Claras, mencionado por
primera vez en la Guía General de Ferrocarriles de 1942 y formando parte de la línea Calatayud-
Caminreal, funcionando desde entonces durante cuatro décadas.
Al principio el Apeadero fue un simple espacio de acceso al tren, sin más. Pronto, dado el trasiego de
pasajeros y su creciente importancia para el pueblo, se fue equipando. A finales de los años 40 se
construyó el andén y en 1951 el ayuntamiento fuentesclarino solicitó permiso para levantar un refugio
para el pasaje, algo imprescindible en días de inclemencias meteorológicas (que en el Jiloca son
particularmente duros, especialmente en invierno), construido entre abril y octubre del siguiente año.
Dicho edificio aún existe: es de planta rectangular, de tejado a un agua con entrada y ventanas de arco de
medio punto, pintado de blanco y ladrillo a la vista en portal y ventanas. En el arco del portal aún es
visible la estructura metálica que sostenía el cartel, ya desaparecido, con el nombre de la parada.
El edificio es muy reducido: apenas una docena de personas caben en su interior. Se debe en buena parte
a la cercanía de la Estación de Caminreal-Fuentes Claras, ubicada a apenas 800 metros y de mayor
importancia real, pues daba servicio a dos líneas y soportaba un tráfico mucho mayor, además de ser nudo
estratégico de comunicaciones entre Zaragoza, Calatayud y Valencia. En comparación, el Apeadero era
mucho más humilde: daba servicio a una sola línea, soportaba un tráfico mucho menor y según el destino
era mejor llegarse hasta la Estación.
Inicialmente, el Apeadero dio servicio a la línea Valencia-Calatayud y desde 1969 hizo lo propio en la
línea Zaragoza-Calatayud-Caminreal-Teruel. Funcionó hasta el 28 mayo de 1983, cuando el tren dejó de
circular y fue sustituido por una línea de autobuses. Dos años después, en 1985, se decretó el cierre
definitivo de la línea Caminreal-Calatayud, lo que supuso el abandono del Apeadero. En 2011 se
arrancaron las vías, y aunque el edificio se mantuvo siguió en desuso.
Últimamente dos grandes proyectos ejecutados en la comarca pudieron cambiar la suerte del Apeadero
fuentesclarino. Primero, el trazado de la vieja línea férrea ha sido recuperado como vía verde, dentro del
Camino Natural Santander-Mediterráneo con más de 800 km de longitud, sustituyendo así la circulación
de convoyes por la de ciclistas y senderistas. Pero pese a hallarse a su lado, el edificio del Apeadero no
fue rehabilitado. En segundo lugar, la rehabilitación de la Estación de Caminreal-Fuentes Claras como
una de las sedes del Museo del Ferrocarril de Aragón. Aunque pese a la cercanía, no se pensó añadir el
Apeadero como elemento integrante del futuro complejo museístico.
Todo indica que el viejo Apeadero seguirá abandonado, sin función que lo devuelva a la vida. Mientras
tanto, sirve como excelente mirador del cielo estrellado en noches despejadas de verano.