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370. El Cementerio Central de Viena y sus músicos

Diario de Mallorca, 29 de junio de 2023

Suplement cultural Bellver en Abril, núm. 1159

Flanqueando el monumento a Mozart se encuentran las tumbas de Beethoven y Schubert

Viena ha sido considerada tradicionalmente la capital de la música europea. Allí nacieron, vivieron o desarrollaron su trayectoria autores fundamentales de la tradición musical clásica de la cultura occidental. Para cualquier melómano es imprescindible asistir a la Staatsoper, el Musikverein, la Volksoper o el Theater an der Wien, pero también merece la pena visitar el popular cementerio de compositores situado en el Cementerio Central de la ciudad (Zentralfriedhof).

El Cementerio fue inaugurado en 1874 en el barrio de Simmering, en las afueras de la ciudad, y es uno de los más grandes de Europa, con casi 2,5 km2 de extensión, unas 330.000 tumbas y tres millones de enterrados. La entrada principal da acceso a una gran avenida desde la cual se dispone la retícula que ordena el espacio, atravesado por diagonales que facilitan el acceso a las múltiples áreas que lo componen. Llama la atención por la monumentalidad de tumbas y panteones, así como la Iglesia de San Carlos Borromeo, en el centro del recinto y una de las más importantes de Viena.

Inicialmente fue mal recibido y poco visitado, debido a su lejanía y mala comunicación. Para hacerlo más atractivo se impulsó la construcción de tumbas de honor dedicadas a personalidades relacionadas con la ciudad por cualquier motivo. Con el tiempo nacieron diversas áreas, ubicadas en el centro del recinto, hasta haber actualmente más de un millar de tumbas honoríficas.

Así nació una de las zonas más visitadas del Cementerio: la sección de compositores, numerada como 32A. Es una sección céntrica y bien señalizada: desde la puerta principal y transitando por la avenida principal que lleva hasta la iglesia de San Carlos la encontraremos a mano izquierda antes de llegar al templo. Dispone de unas cincuenta tumbas, en disposición radial, y cabe precisar que no todos son músicos; de hecho, todos los grupos de tumbas ilustres son heterogéneos, aunque aquí la proporción de músicos es muy alta; de ahí, su nombre.

La concentración de talento musical es indiscutible. Curiosamente, el hito principal no es una tumba, sino un monumento dedicado a Wolfgang Amadeus Mozart, que fue enterrado en una fosa común del cementerio de San Marcos. Flanqueando el monumento se encuentran las tumbas de Ludwig van Beethoven y Franz Schubert, trasladados en 1888 desde el cementerio local de Währing y poco después llegaron los restos de Christoph W. Gluck, desde el cementerio de Matzleinsdorf, en 1890. En años siguientes recibieron sepultura figuras como Franz von Suppé, Johannes Brahms, Johann Strauss hijo y Hugo Wolf. Con ellos quedó establecida la base de la sección.

El resto de tumbas las ocupan músicos del ámbito vienés pertenecientes a una época muy concreta, finales del siglo XIX y principios del XX, poco conocidos fuera del ámbito local. Allí yace la familia Strauss (Johann padre, Josef y Eduard), aún populares gracias al Concierto de Año Nuevo, y Josef Lanner, Karel Komzák o Josef Bayer, aún vigentes en estilos y para auditorios muy concretos. Las tumbas son, por lo general, de aire historicista y monumental, de acuerdo con la importancia que se les quiso dar. Y aunque algunas muestran una estética más contemporánea, predomina el carácter decimonónico e incluso hierático.

Visitar esta sección es imprescindible, pese a que la mayoría de músicos sean de alcance local y mediano; pero debemos saber que aquí sólo se encuentra una parte. Durante el siglo XX nacieron a escasa distancia dos nuevas áreas: la 32C, con figuras relevantes de la primera mitad del siglo como Arnold Schoenberg, Franz Schmidt o Robert Stolz; y la 33G, más reciente, con nombres como Ernest Krenek, Gyorgi Ligeti, Alexander von Zemlinsky o Joe Zawinul. Algunos casos, como Schoenberg, Krenek o Zemlinsky, fallecieron exiliados huyendo del nazismo y les fue concedida una sepultura honorífica.

Además, en diversas zonas encontramos aisladamente a músicos como Hans Pfitzner (área 14C) o Hans Rott (23), que por diversos motivos no fueron acogidos en ninguna de las secciones honoríficas. En el paseo que transcurre paralelo al muro principal (conocido como área 0) localizaremos autores como Antonio Salieri y Karl Czerny, provenientes de otros cementerios. Por último, cabe reseñar la presencia de figuras vinculadas como los musicólogos Simon Sechter (área 0) y Guido Adler (32C); el crítico Eduard Hanslick (18) o el editor de Mozart, Ludwig von Köchel (16A).

Obviamente, el Cementerio Central no acoge todos los músicos de la ciudad. Sólo por mencionar los más importantes, en el cementerio de San Marcos reposan Mozart, su discípulo Franz Xaver Süssmayr y Anton Diabelli; en Grinzing yace Gustav Mahler; y en Hietzing descansa Alban Berg. También es relevante el Haydnpark, parque construido sobre el antiguo cementerio donde fue inhumado Franz Joseph Haydn

Anecdóticamente, podemos aludir a uno de los personajes más señalados de la cultura popular: Harry Lime, personaje del film “El Tercer Hombre” (The Third Man, 1949) encarnado por Orson Welles, enterrado en la escena final en el Cementerio Central; obviamente, no encontraremos su tumba. El autor de la banda sonora, el vienés Anton Karas, sí yace en la ciudad, pero en el cementerio de Sievering.

Como reflexión final, diremos que el área de compositores del Cementerio Central es conocida con merecimiento, aunque razones de índole turística han acabado por eclipsar otras opciones interesantes para cualquier melómano, el cual dispone realmente de un abanico de opciones mucho mayor para aprovechar su visita por la capital de la música. Luego sus preferencias personales (y el tiempo disponible) tendrá la última palabra.