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291. Margarita Miranda. Directiva pionera del fútbol español

Historias de Outsiders, 21 de enero de 2022

Rompió las barreras de un mundo masculino con carisma y decisión al acceder a la junta directiva del Atlético Baleares, club referente de obreros y trabajadores

En los años 70 del pasado siglo el deporte profesional en España era marcadamente masculino en todas sus líneas con excepciones muy contadas. Gradualmente la mujer accedía a la esfera deportiva, aunque todavía muy lejos del ámbito profesional y competitivo.

A grandes rasgos este era el panorama que rodeaba al fútbol, a la sazón el deporte más extendido en la sociedad española y, por ende, termómetro social indicativo del papel de la mujer en el ámbito deportivo. A principios de dicha década el fútbol femenino empezaba a dar sus primeros pasos y a organizarse, aparecieron los primeros equipos y sus primeras figuras; tuvo una vida efímera, pero fue un paso.

Sin embargo, en otros ámbitos deportivos la participación femenina seguía inédita: el ámbito de dirección y de gestión, que seguían en manos del hombre. No obstante, podemos encontrar una notable pionera y sobresaliente excepción. Se trata de Margarita Miranda Bordoy (Barcelona, 1919 – Palma, 1979), catalana de nacimiento y mallorquina de adopción, quien logró traspasar la potente barrera de género, siendo una personalidad influyente y respetada.

¿Por qué es una ‘Outsider’?
Margarita Miranda tuvo la suerte de vivir un mundo intenso y apasionante. En un discreto segundo plano, gozó de una inmejorable atalaya desde la cual madurar, crecer y proyectarse en un futuro. 

Durante años su protagonismo fue más bien secundario hasta que enviudó en 1967. Debido a la diferencia de edad entre ambos (su marido murió a los 74 años, cuando ella tenía 48 y no tenían hijos) se encontró con las manos libres para volar por si sola y en plenitud de condiciones para dar rienda suelta a sus inquietudes.

El campo en el que Miranda destacó, a partir de entonces, fue el fútbol. Fue deportista y practicaba varios deportes, aunque siempre de manera amateur, dados los tiempos que le tocaron vivir. Le venía de familia: un tío suyo, Joan Bordoy Cañellas (1898-1972), fue portero del CE Europa (Barcelona) entre 1911 y 1927 y finalista de la Copa del Rey en 1923. Además de practicante, era seguidora de uno de los clubes de fútbol más importantes de Mallorca: el CD Atlético Baleares.

Represaliados por el régimen
Miranda fue esposa del médico y cirujano Vicente García Peñaranda (1893-1967), quien fundara con su hermano Virgilio uno de los centros sanitarios más reputados de la capital mallorquina: la Clínica Hermanos Peñaranda.

Ambos, además de su actividad como médicos, fueron dinamizadores culturales (las tertulias celebradas en su Clínica gozaron de amplio prestigio) y también destacaron por su colaboración con organizaciones obreras mallorquinas durante los años 20 y 30.

Después del golpe de estado de 1936, que en Mallorca triunfó desde el principio, los hermanos Peñaranda fueron represaliados e incluso pudieron perder la vida; pero su amplia red de contactos, que abarcaban a toda gama de sensibilidades, les salvó y después de la guerra mantuvieron abierto su centro sanitario como referencia para los más humildes y necesitados: allí, con frecuencia, se atendía a gente que en otras circunstancias no hubiesen sido atendidos por falta de medios. Por tanto, los hermanos Peñaranda y su clínica fueron referencia y símbolo de los desfavorecidos y, en cierta manera, de los perdedores.

El Atlético Baleares, club centenario
Fundado en 1920 como Baleares FC y tradicional rival del RCD Mallorca, fundado poco antes, en 1916. Como en otros casos, ambos clubes compartían ciudad y mantenían una rivalidad que iba más allá de los derbis locales, marcada por un fuerte componente social: mientras los mallorquinistas fueron fundados por elementos de las clases pudientes de Palma (su nombre original era Real Sociedad Alfonso XIII), al Baleares lo levantaron obreros y trabajadores.

Esto daba a éstos un fuerte componente de club trabajador y, en cierta manera, de resistencia social ante un rival superior que iba más allá del plano deportivo. En el entorno del Atlético Baleares los García Peñaranda eran personalidades conocidas y respetadas, pues en la masa social del club blanquiazul había muchos clientes suyos gracias a su compromiso social. Nunca tuvieron participación directa en la gestión del club; sin embargo, al enviudar, Miranda decidió dar el paso. Discretamente y entre bastidores, fue labrándose un renombre. Fue una mujer rodeada de hombres que, sin embargo, logró disuadir e imponerse a todos ellos.

Única directiva
Así, a mediados de 1970 Miranda logró su primer hito. Fue escogida presidenta de la Procampo, comunidad de propietarios que administraba el Estadi Balear, terreno de juego del Atlético Baleares. Luego renovaría su cargo cada año, a través de las asambleas de accionistas celebradas anualmente, hasta su muerte. En cierta manera este cargo era un contrapeso a la presidencia del club, así que cuando los propietarios dieron su confianza a Margarita Miranda se trataba de un gesto mayúsculo. Sobra decir que se trataba de la única directiva en toda la historia de la comunidad hasta entonces.

Gradualmente su ascendente en la afición blanquiazul fue incrementándose. Su talante, moderado y conciliador, logró congraciarse con todas las sensibilidades de un club cada vez más tensionado por los malos resultados deportivos y una situación económica cada vez más precaria (después de estar en Segunda División entre 1961 y 1963, desde finales de los años 60 transitaba por Tercera División sin pena ni gloria). Sus aportaciones económicas fueron regulares cuando más escaseaban los recursos y en 1974 entró en la junta directiva del club con una tarea aparentemente menor: relaciones públicas, que sin embargo proyectó su visibilidad de puertas afuera y potenció sus dotes de persuasión y liderazgo. Miranda permaneció en la junta hasta 1976, cuando la situación del club era insostenible institucionalmente y ella era uno de sus principales valedores económicos (por no decir el principal).

Situación límite
Al año siguiente la situación del club era límite. Desde 1974 la presidencia la ostentaba Jeroni Petro, pero cualquier candidatura mínimamente organizada y solvente podía tumbar una presidencia extremadamente frágil y convulsa. Se iban sucediendo los nombres y los rumores, hasta que en 1977 el nombre de Miranda empezó a sonar como presidenciable: algo inaudito entonces, pues el club era una entidad masculina a todos los niveles y la mujer solo participaba como mero comparsa o acompañante. Ni siquiera a principios de los años 70, con el efímero surgir del fútbol femenino, la entidad tuvo equipo aunque el Estadio Balear acogió varios partidos amistosos de féminas esos años.

¿Presidenta?
Su figura se iba agigantando, y en mayo de 1978 la prensa local daba por hecha su candidatura a la presidencia del Atlético Baleares. Según los rotativos, ella gozaría del apoyo de varios miembros de la junta directiva vigente y se mostraba conforme con el reto; solo faltaba confirmar apoyos, especialmente en el plano económico. Por fin, Miranda hizo pública su candidatura y el camino a la presidencia parecía expedito, pues nadie más parecía igualar su prestigio y convicción: la barrera de género había caído.

El 23 de mayo de 1978 tendría lugar la asamblea de socios del club, momento en el que se presentarían las candidaturas para optar a la presidencia. Los contactos tuvieron lugar a contrarreloj, con la esperanza de encumbrar a la primera mujer como presidenta de un club de fútbol en España. Sin embargo, pese a las expectativas y los supuestos apoyos que inicialmente iba a recibir, Miranda no consiguió formar un equipo comprometido, acorde con sus exigencias y condiciones y solvente económicamente. Finalmente, renunció. Perdió un tren que, sin ella saberlo, fue el último.

La fusión con el Mallorca
Sin embargo, siguió siendo un referente para el club blanquiazul. Continuaba como presidenta indiscutible de la Procampo y entre 1978 y 1979 fue protagonista de un hecho crucial: formó parte de la comisión que estudiaba la posible fusión entre Atlético Baleares y RCD Mallorca cuando ambos clubes, en medio de fuertes convulsiones institucionales que podía llevar a ambos a la desaparición, sopesaron dicha fórmula para sobrevivir. La comisión estaba formada por diez miembros, cinco representantes de ambos clubes: nueve hombres… y una mujer, Margarita Miranda.

Muerte prematura
Sin embargo, el 8 de julio de 1979 fallecía Margarita Miranda víctima de una enfermedad fulminante, con apenas 60 años. Por su protagonismo y estima había recibido dos homenajes en 1976 y 1978 en el Estadio Balear, coincidiendo con sendos derbis entre el Atlético Baleares y el RCD Mallorca, cuando ambos clubes jugaban en Tercera División. Recibió distinciones de su club, pero también del RCD Mallorca y de la Federación Balear. Su prestigio iba más allá de colores y bandos.

Rompiendo barreras
Miranda ha sido uno de los pocos referentes femeninos del Atlético Baleares en sus cien años de historia. Aparte de ella solo destacó Lita Soler Arimón (1918-1975), Miss Baleares 1935 y presidenta de honor entre 1935 y 1936, cargo más honorífico que ejecutivo, pero muy visible en un momento en el que la invisibilidad de la mujer en el deporte era aún mayor.

Fue conocida y respetada en el mundo deportivo local, dentro y fuera del club blanquiazul, por encima de rivalidades deportivas y personales, superando rivalidades, fobias y prejuicios.

En un mundo totalmente masculino prosperó y con el tiempo su proyección se incrementó hasta llegar a postularse a la presidencia de un club íntegramente masculino. No lo logró; pero llegar a ese punto suponía romper barreras entonces insalvables para la mujer con empujón, carisma y decisión, virtudes entonces consideradas exclusivas del hombre en el plano público. De no haber desaparecido prematuramente es posible que hubiera continuado su recorrido como dirigente deportivo y que alcanzase cotas más altas.

Pudo ser un referente para la mujer en el mundo deportivo español, que su temprana muerte cortó de raíz.