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290. Pequeñas joyas de Fuentes Claras

La Tajadera (núm. 32-33), enero-febrero de 2022

Durante año y medio hemos visitado en estas páginas los principales atractivos de Fuentes Claras. Patrimonio religioso (la Iglesia parroquial y las cuatro ermitas), patrimonio civil (la Casa Grande), elementos relacionados con la arquitectura del agua (el Molino harinero y las Pesqueras) y otros puntos de atractivo similar (el Palomar circular, la Ciudadela y la Cantera de muelas de molino).

Pero quedan otros elementos, menos conocidos, escondidos o sin valor aparente, que también son valiosos retazos de su historia. Unos son típicos de la Comarca del Jiloca, otros son únicos y característicos de Fuentes Claras. Vale la pena mencionarlos a continuación.

Yacimiento de la Loma del Prado
Estamos ante el elemento más antiguo del pueblo: de dos mil años atrás, aunque invisible a primera vista. Son los restos de una antigua ciudad romana existente entre los siglos I y IV d.C., situada a orillas del río Jiloca y cerca de la linde con El Poyo del Cid (Calamocha). Tenía unas nueve hectáreas y nació al trasladarse una ciudad anterior situada en el Cerro de San Esteban, en El Poyo.
El yacimiento sigue sepultado, pero afloraron objetos como un sillar de arenisca con una cabeza de toro grabada, conservado en el Museo de Teruel, así como otros restos de la época. Desconocemos el nombre de la ciudad; aunque pudo tratarse de Leonica, lugar mencionado en escritos antiguos.

Peirón de la Piedra Plana
Se trata de un pilar de piedra, de unos dos metros de altura. Se halla en el camino viejo de Fuentes Claras a Villalba de los Morales y es un peirón de carácter votivo, es decir, construido como ofrenda en memoria de alguien. Desconocemos cuando fue construido, aunque podría ser del siglo XIX.
Los peirones eran muy frecuentes en caminos de la comarca. Este es modesto y bajito pero robusto, lo que ha favorecido su conservación. Su columna es de un solo cuerpo y en su parte superior vemos el edículo, diminuta capilla con rejilla, en la que antaño se leía dedicatoria y nombre del fallecido, actualmente ilegible. Lo corona una pirámide, rematada con una bola.

Fuente de piedra
Construcción de piedra, ligeramente deprimida, a la que se accede bajando unos escalones. Está cubierta con un arco de medio punto y goza de dos caños de los que fluye abundante agua todo el año. Está situada en un ensanchamiento de la calle a la que dio nombre, que bien puede ser considerada como plaza.
Ya aparece mencionada en 1882 como una de las fuentes existentes a lo largo del Jiloca, aunque su origen puede ser muy anterior. Su emplazamiento no es el original, pues en los años 90 del pasado siglo fue reubicada para facilitar el paso del tráfico.

Reloj de sol
En la calle San Pedro, en la fachada de un domicilio particular nos encontramos con el reloj de sol más antiguo del pueblo. Es un sencillo esgrafiado sobre yeso, en colores blancos azulados y se remonta a 1887. Tiene forma cuadrangular y encima un adorno semicircular radial. En la franja superior del cuadrado se lee AÑO 1887 y SESESMD, siglas cuyo significado desconocemos y que quizá correspondieran a los propietarios de la finca.
Existen dos relojes más en el pueblo, también en fachadas particulares, pero mucho más recientes. Uno está datado en 2010 (así reza en su inscripción) y otro sin fechar, pero que debe ser de fecha similar. 

Monumento a la bicicleta
Se trata de una escultura en forma de bicicleta gigante, construida en forja y diseñada por el escultor José Azul, seudónimo de José Ángel López Martín (Burbáguena, 1967). Está ubicada en la rotonda de entrada a la población, desde el desvío de la carretera general.
Es el elemento más reciente del pueblo, pues fue inaugurado en 2019; pero a la vez es el primero que se ve entrando en la población. La obra plasma una de las señas de identidad modernas de Fuentes Claras: el uso de la bicicleta por todos sus habitantes.

Estos cinco elementos complementan y enaltecen el rico patrimonio histórico de Fuentes Claras. Y cada uno por sí solo ya atesora un valor considerable, que vale la pena conservar y dar a conocer.