Ir al contenido principal

279. La cantera de Fuentes Claras

La Tajadera (núm. 30), septiembre-octubre de 2021

Uno de los tesoros perdidos y olvidados de Fuentes Claras es su desconocida cantera de ruedas de molino. Está ubicada cerca de la estación de tren de Caminreal-Fuentes Claras y aún quedan vestigios de su existencia en superficie. Estuvo en activo al menos durante los siglos XIX y XX, teniendo un relevante papel en la comarca del Jiloca. Hubo otras canteras en la comarca como las de Villalba de los Morales, Bueña o Villafranca del Campo, que por sus grandes dimensiones no pasan desapercibidas. En cambio en Fuentes Claras, por su reducido tamaño y ubicada en llano, apenas quedan señales perceptibles de su existencia.

Las principales menciones a la cantera pertenecen a dos obras de referencia. Por un lado, el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz. En su tomo octavo (1847), entrada correspondiente a Fuentes Claras, se menciona su existencia en los siguientes términos: “en él hay una cantera de la que se estraen piedras para muelas de areña (sic) muy estimadas”. Por otro lado, en el tomo 24 de la Enciclopedia Espasa, en la entrada de Fuentes Claras se menciona la cantera, sin más detalles, pero confirmando su actividad. Dicho tomo salió en 1924, es decir, casi 80 años después del Diccionario de Madoz. Por tanto la explotación estuvo activa, como mínimo, durante cerca de un siglo.

Analizando el mapa geológico de la comarca observamos que la composición del suelo es, básicamente, de piedra toba. Dicha roca puede ser de dos tipos: ígnea, resultante de erupciones volcánicas, o caliza, formada por calcificación de vegetales a partir de precipitaciones de agua dulce. En cualquiera de sus variantes, la toba tiene propiedades idóneas para ser trabajada. Es una roca más bien ligera, suave al tacto y de consistencia porosa, idónea para ser trabajada sin excesiva dificultad. Ello facilita su extracción y trabajo en bloques de gran tamaño y transporte asequible en distancias cortas, aunque algunas son muy sensibles a la humedad.

Así, por las características del suelo, las muelas de la cantera de Fuentes Claras debieron ser de calidad; de ahí la estima que, según el Diccionario de Madoz, tuvieron en su tiempo. Y es posible que de aquí se extrajesen materiales de construcción para construir la Iglesia de San Pedro, la Casa Grande o los muros de la ciudadela que actualmente rodean el templo, así como otras construcciones de la comarca. Y si no fueron extraídos de la misma cantera, sí en sus alrededores, dadas las óptimas características del suelo. 

Con la llegada del ferrocarril llegarían materiales considerados de más calidad y buen precio; ello, sumado al declive y cierre de los molinos de la comarca a los que aprovisionaba, precipitaría su cierre y abandono final durante el pasado siglo. Quien pase por allí aún podrá observar huellas del trabajo de cantería para la extracción de las muelas, así como alguna pieza abandonada, quizá defectuosa.

Hoy el espacio está abandonado. Nada hay que señale su ubicación ni explique su función. Sería muy adecuado recuperar y contextualizar el espacio como lo que fue: una destacada actividad económica de Fuentes Claras, alternativa a la agricultura y la ganadería, crucial para abastecer de muelas y dar viabilidad a los diversos molinos harineros de la comarca.