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257. El Molino Harinero de Fuentes Claras

La Tajadera (núm. 25), enero de 2021

Entre los edificios más destacados de Fuentes Claras, después de la Iglesia de San Pedro y la Casa Grande, tenemos el molino harinero. Es una más de las numerosas construcciones hidráulicas para moler grano, construidas a lo largo del curso del río Jiloca. Hoy la mayoría están en ruinas o ya desaparecidos, después de cesar su actividad al quedar obsoletos. Pero en Fuentes Claras se conserva en buen estado al haberse mantenido en activo hasta fechas recientes.

La referencia más antigua se remonta a 1555, pero no tenemos más datos aparte de la mención a su existencia. Sabemos puntualmente que en 1731 pertenecía a José Latorre Álava, hidalgo vecino de Burbáguena, quien lo arrendaba a molineros profesionales. El alquiler era práctica habitual en otros molinos de la comarca.

Se trata de un clásico molino de contrabalsa, es decir, que se sirve de la fuerza del agua de un pequeño estanque anexo para mover el mecanismo del engranaje hidráulico. Está ubicado en la carretera del pueblo al barrio de El Santo, a unos metros del río Jiloca, del que toma el agua para abastecerse. Dispone de cuatro cárcavos —espacios donde giran las ruedas hidráulicas del engranaje en cuestión— de diferente factura, unos realizados en sillería y otros construidos con piedra menos elaborada. 

Los materiales de construcción combinan mampostería, tapial y ladrillo, empleados en diversas etapas y para reparaciones o ampliaciones del edificio original. Como es habitual en estas edificaciones dispone de vivienda anexa para el molinero y sus familiares, a la que se accede desde la carretera. En el siglo XX alternó la molienda con la producción eléctrica al añadírsele un generador de luz eléctrica para abastecer la fábrica de harinas del vecino municipio de Bello, que era de los mismos propietarios.

El molino dejó de funcionar a principios de los años 80 del pasado siglo al perder su función original. Por tanto su vida útil se prolongó durante al menos 400 años, además de servir como fábrica de electricidad durante el siglo XX. Al ser reciente su clausura el edificio conserva intactas la maquinaria tanto del molino como de la fábrica de luz y abre la posibilidad de recuperación del edificio aprovechando las posibilidades del turismo cultural, como las rutas cicloturísticas que atraviesan la comarca o la futura Vía Verde en la antigua línea ferroviaria Calatayud-Caminreal.