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215. La Banda Municipal de Palma, un servicio público de calidad

Diario de Mallorca, 10 de julio de 2019

Hace una década, quien redacta estas líneas escribió una carta al director (Diario de Mallorca, 1 de febrero de 2009) loando a la Banda Municipal de Música de Palma, su buen hacer y su excelente salud artística. Diez años después, después de tormentosos vaivenes políticos y sociales, de una funesta crisis (no superada del todo) y unos recortes que han convertido la cultura en la hermana pobre de nuestra sociedad –aún más, si cabe–, la mejor noticia que podemos dar es que la Banda Municipal ha mantenido una salud excelente, luchando contra viento y marea, a pesar de crisis y recortes, haciendo gala de un brillante nivel artístico y profesional y manteniéndose como referente de todas las bandas locales.

La Banda Municipal fue fundada en 1966 por Julio Ribelles Brunet y en los últimos años ha llevado a cabo una profunda renovación generacional de efectivos humanos –incluida la incorporación de mujeres; hoy ya cuenta con tres– sin perder un ápice de su alto nivel interpretativo. Bajo la batuta de Juan Giménez Cerezo la agrupación potenció la renovación de su repertorio para mantenerse como un servicio cultural de referencia apto para todo tipo de gustos, edades y públicos. No era tarea fácil; requería máxima efectividad, lograr un sonido creíble en cada registro abordado y de plena autenticidad. Y no hay duda que el conjunto ha salido airoso y ha demostrado brillantez en todos y cada uno de los retos que ha asumido con todos y cada uno de los directores que han pasado por el estrado, como el recién llegado Francisco Valero-Terribas.

Aún está muy extendido en el acervo popular que una banda es un conjunto artísticamente subordinado a una orquesta sinfónica y que solo sirve para abordar repertorios folclóricos y sencillos, basados en zarzuela y pasodoble, marchas militares o procesionales, pasacalles, así como transcripciones de obras clásicas de poca dificultad. Con el tiempo se ha demostrado que esto es rotundamente falso; hoy la Banda Municipal nada tiene que envidiar a la Simfònica, otro gran referente local de calidad musical. Si miramos los repertorios de las principales bandas del Estado –y también de Europa– podemos afirmar sin duda que la Banda de Palma está a gran altura y nada tiene que envidiar a agrupaciones de larga tradición, como las de la Comunidad Valenciana o Madrid.

El conjunto se ha adaptado a los tiempos actuales incorporando estilos antaño considerados incompatibles con una banda municipal como el jazz, swing, bandas sonoras cinematográficas y televisivas, musicales, sones latinos e incluso música pop o de videojuegos. Todo ello manteniendo la tradicional presencia de zarzuela, pasodoble y música clásica, incluidas piezas de gran dificultad, y sin renunciar al estreno de composiciones contemporáneas. Beethoven, Bernstein, Mahler, Marquès, Kern, Brahms, de Haan, Morricone, Falla, Lope, Verdi, Giménez, Ellington, Joplin, Bach, Pérez Prado, Anderson, Serrano, Williams, Rodgers, Van der Roost, Tchaikovski, Chueca, Bruckner, Pérez Choví, Goldsmith, Mozart o los Strauss… podemos decir que no hay registro que se le resista y que se ha erigido en un conjunto de vocación universal, comparable a cualquier otro de ámbito nacional o internacional.

Lo mismo cabe decir de sus ciclos monográficos, que nunca caen en la monotonía y consiguen atraer a todo tipo de públicos. Sin ir más lejos, el ciclo de verano que se interpreta en el Castell de Bellver durante el presente mes de julio es un claro ejemplo de la versatilidad del conjunto: sones del Caribe, música mallorquina, zarzuela y un monográfico del compositor local Enrique Pastor Celda. Repertorios tan eclécticos como amplios; cada concierto es único en sí, una unidad orgánica irrepetible.

Durante la temporada de invierno los conciertos en espacios cerrados –especialmente en el auditorio del Conservatorio– suelen llenar el aforo y dejar a más de uno en la calle (entre otros, un servidor). En cuanto a la temporada de estío, al aire libre y a pesar de las altas temperaturas, los espacios de Ses Voltes, s’Hort des Rei, Plaça Major, Castell de Bellver o los patios de la Almudaina o la Misericòrdia siempre cuentan con nutrido público, variado, y lo más importante: de todas las edades, desmintiendo que la Banda solo interesa a la gente mayor. Más variedad desde todos los ángulos no se puede pedir. Y conviene recordar que sus actuaciones, en general, siguen siendo de acceso gratuito.

En fin, la Banda Municipal se corresponde plenamente con la máxima de todo servicio al ciudadano: público, de calidad y al servicio del ciudadano, promocionando el libre acceso al patrimonio musical y contribuyendo a su difusión, valoración y conservación. Solo cabe pedir una mayor reciprocidad de las instituciones responsables y que se dé mayor difusión a sus actividades, tal como en otras regiones de longeva trayectoria musical como Valencia, a la que hoy Palma nada tiene que envidiar musicalmente.

Quede constancia del excelente funcionamiento de la Banda Municipal, sin duda una de las joyas de la corona culturales de la ciudad, y que su boyantez se prolongue por largo tiempo. Todo ello, evidentemente, gracias a sus profesores y a la dirección musical. Por desgracia, mantener un elogiable nivel artístico no es noticia: el reconocimiento escasea cuando todo va bien. Craso error. Solo cuando vienen mal dadas se aprecia lo perdido, y entonces poco o nada se puede hacer. Cualquier apoyo a la labor de la Banda Municipal siempre sonará a poco, porque siempre debería ser noticia.