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187. Notas para una historia del fútbol femenino balear. Precedentes y una década olvidada (1980-90)

Cuadernos de Fútbol (núm. 101), 1 de septiembre de 2018 

Introducción

Los artículos publicados en esta revista sobre los albores y el tortuoso desarrollo del fútbol femenino en nuestro país durante el Siglo XX (Martínez Calatrava, 20; Díez, 65; Corcuera, 68, 97 y 98) ofrecen una perspectiva muy general, a la par que ilustrativa, de una vertiente del balompié español escasamente conocida, por no decir ignorada e incluso maltratada. A ello hay que añadir la necesidad de un trabajo a nivel local o de casos específicos relevantes (Arrechea y Scheinherr, 66) que ayuden a suplir el tremendo vacío en cuanto a datos e informaciones que nos permitan obtener una perspectiva más detallada y fiable de este fenómeno.

Tradicionalmente los principales focos de desarrollo del fútbol femenino han estado focalizados en Cataluña, Madrid y Euskadi, territorios que han sido punteros en lo que a tradición deportiva se refiere a todos los niveles a lo largo del siglo XX (clubes, aficionados, práctica, competiciones, etc.). Aunque cabe mencionar que el primer club laureado oficialmente no fue madrileño, vasco ni catalán, sino gallego: el Karbo Deportivo de la Coruña, ganador de las tres primeras ediciones de la Copa de la Reina (entonces Campeonato de España) organizadas en 1983, 1984 y 1985. Aparte de los principales focos mencionados hubo otros secundarios, de menor relieve aparente, pero que a nivel local lograron cierta importancia como fenómeno social y que llegaron a tener una trascendencia mayor de lo que parece a primera vista.

El presente artículo, con la pretensión de esbozar una perspectiva local hasta ahora apenas trabajada (por no decir inexistente) expone el caso de las Islas Baleares. A día de hoy la implantación del fútbol femenino está más que consolidada en las islas y en franco crecimiento, después de un proceso lento pero continuo iniciado a mediados de los 90 y que llega hasta nuestros días; pero apenas se recuerda que hubo un precedente fallido en la isla de Mallorca, que no logró cuajar, durante la década de los 80. Hay que decir que Mallorca fue uno de los primeros territorios en España (aparte de los focos principales antes reseñados) en los que surgió una estructura de balompié organizada, coincidiendo y a rebufo del reconocimiento oficial que la RFEF otorgó al fútbol femenino en noviembre de 1980. En los años 80 gozó de su propio campeonato regional y una estructura muy modesta, que durante unos años hizo albergar esperanzas de lograr un avance sustancial del papel de la mujer a nivel deportivo en el archipiélago que finalmente se frustró y tuvo que esperar unos años más.

A pesar de falta de información precisa en unos casos o de su inexistencia en otros se ha podido trazar una evolución aproximada que serviría de base para trabajos posteriores en mayor detalle y profundidad, e iniciar la divulgación de un fenómeno deportivo local hasta ahora desconocido.

Precedentes

1) El FC Venus
El primer precedente es, ante todo, una curiosidad impregnada de cierto exotismo. Nos retrotrae a los primeros años de presencia del fútbol (masculino, se sobreentiende) en el archipiélago, el cual se remonta a finales de 1902. Se trata de una nota de prensa publicada en 1904 en la que se informa de la reciente formación en Palma del Foot-ball Club Venus, un conjunto “de elegantes señoritas” (sic) creado a raíz de la incipiente afición que había surgido en la capital mallorquina en aquellos tiempos. No deja de ser mera anécdota y su interés no va más allá de ser una manifestación más del interés que el fútbol suscitaba en aquellos primeros años, pues nunca más vuelve a haber noticia alguna sobre este conjunto ni sobre futbol femenino en general en las décadas siguientes.

2) La gira de los equipos España FC y Valencia FC
En segundo lugar hemos que reseñar el paso puntual por el archipiélago de los equipos femeninos España FC (Madrid) y Valencia FC, cuya gestación y devenir ya ha sido tratado en otro artículo de esta publicación. Ambos conjuntos disputaron un partido en Palma el 12 de junio de 1932 en el campo de Bons Aires, propiedad del actual RCD Mallorca, dentro de la gira que los equipos efectuaban por diversas ciudades de la península. Fue disputado dentro de los actos del día deportivo del club, acabó en empate (1–1) y precedió al acto principal de los festejos, el partido entre el primer equipo mallorquinista y el FC Bunyola, equipo de la localidad del entonces presidente mallorquinista, Andreu Homar. A pesar de los vientos presuntamente favorables al progreso de la mujer que la Segunda República ofrecía en todos los ámbitos de la vida –incluido el deportivo– el partido no pasó de ser una simple anécdota y no generó ninguna iniciativa para secundarla.

3) Amago en los años 70
Durante la dictadura existieron en las islas conjuntos femeninos en otros deportes (el RCD Mallorca auspició una sección de baloncesto femenino a principios de los años 40, pero de escaso recorrido), siempre de acuerdo con la mentalidad tradicional y conservadora que pretendía compatibilizar el ejercicio físico saludable para la mujer sin desvirtuar el ideal femenino propugnado por el régimen. El fútbol se asociaba a valores como la furia, corpulencia física, pundonor, ímpetu y agresividad, incompatibles con el perfil de la mujer pretendido en el nuevo régimen, y por tanto se descartó cualquier iniciativa que potenciara este deporte entre las féminas. A lo sumo hubo algunas pachangas esporádicas sin trascendencia (favorecidas por la prensa deportiva local, entre aficionadas o mujeres de periodistas deportivos) en los años 60 y sin repercusión real.

Esta situación se mantuvo en Baleares sin variaciones hasta principios de los años 70 en que hubo un primer intento de organización de fútbol femenino en Mallorca. A lo largo de 1970 y 1971 se fundaron varios equipos a lo largo y ancho de la isla, que disputaron partidos amistosos entre ellos con algún trofeo en juego y normalmente de carácter benéfico (lo cual fue el pretexto ideal para calzarse las botas en unos tiempos plenos de dificultades y prejuicios). Su máximo exponente fue un equipo de la capital balear: el CF Virgen de Lluc, que fue considerado el más potente en su momento. En el resto de la isla afloraron varios equipos más: en sa Pobla (desconocemos el nombre), el UD Colonia (de la Colònia de Sant Jordi, en Campos), el CD s’Horta (Felanitx), el Andratx y el Tagomago (Palma).

Como se ha dicho estos equipos apenas subsistieron unos pocos años por falta de una competición que coordinase su actividad: el fenómeno fue languideciendo y, finalmente, se disolvió. De todas formas es una época pendiente de estudiar a fondo y que necesita una revisión más concienzuda para poder extraer conclusiones mínimamente acertadas. Y aunque hemos reseñado algunos de los equipos, ni siquiera tenemos localizados todos los que llegaron a actuar.

Temporada 1980-81

El reconocimiento oficial del fútbol femenino por la RFEF a finales de 1980 favoreció en Mallorca una rápida organización de varios conjuntos femeninos de manera más o menos organizada. La mayoría lo hizo dentro de la estructura deportiva de clubes ya existentes y, por tanto, totalmente masculinos (una especie de “sección femenina”) y sin que llegaran a tener una relevancia importante en ningún caso.

Un caso aparte es el Club Deportivo Santa María Atlètic, el cual merece una mención especial. Este equipo fue creado como club en la localidad mallorquina de Santa Maria del Camí, totalmente desvinculado del club de fútbol local y exclusivamente dedicado al fútbol femenino. Esta temporada fue el único club balear de estas características (a posteriori hubo dos más, como veremos luego, pero de corta vida) y, según la revista local del municipio, el primer club femenino de España y el primero en disputar un partido aprobado oficialmente por la RFEF. Su idiosincrasia le permitió, después de unos primeros años con resultados más bien discretos, convertirse en el conjunto más potente de la isla. Probablemente de haber sido la sección femenina del club masculino de la localidad (el CD Santa Maria) no hubiera tenido la autonomía que le permitió alcanzar el potencial que logró después.

Uno de los primeros partidos de los que tenemos noticia fue un Santa Maria Atlètic-Esporles (0–0), jugado nada menos que en el estadio Lluís Sitjar de Palma, el 18 de enero de 1980. Que el partido se jugara en el principal estadio de Palma dice mucho del interés que había suscitado un fenómeno entonces reciente y en construcción.

En febrero de 1981 se publicó el calendario de la primera competición regional de Mallorca, con siete equipos en total. Cuatro de ellos eran de la capital, Palma: CD CIDE (club vinculado al centro escolar Centre Internacional d’Educació), Creaciones Deyá (vinculado a la empresa homónima), y Génova y Atlético Vivero, de sendos barrios. Del resto de la isla había tres más: Atlètic Consell, CD Esporles y el mencionado CD Santa Maria Atlètic. La competición daría inicio el 7 de marzo de los corrientes.

Por motivos que desconocemos la competición se canceló, aunque semanas después apareció en prensa un anuncio que puede darnos una pista de lo sucedido: la Federació de Futbol de les Illes Balears (FFIB) hacía un llamamiento buscando mujeres árbitros para la competición femenina, que entonces aún no había empezado. Es posible que la FFIB no dispusiese de suficientes árbitros o que éstos se negasen a arbitrar a mujeres. En cualquier caso el torneo previsto nunca se jugó.

Del 26 al 28 de junio de 1981 se disputó en la provincia de Tarragona la Copa Reina Sofía, embrión de lo que desde 1983 fue Campeonato de España y Copa de la Reina desde 1989. La disputaron 16 equipos distribuidos en cuatro grupos y los campeones luego disputaron semifinales y final. Por Baleares compitió el CIDE, que disputó sus partidos en el campo de Torreforta. El CIDE se impuso al Punta del Este de Tarragona (9–0), empató con el Condal de Barcelona (1–1) y en el último partido logró la gesta de empatar con el Karbo Deportivo de la Coruña (0–0), a la postre campeón y que contó el resto de sus partidos por victorias. Hay que decir que el Karbo ya estaba clasificado y el resultado era intrascendente, además de que cayó una lluvia torrencial que hizo materialmente imposible disputar el partido.

Temporada 1981-82

Para esta temporada la FFIB organizó la competición regional de otra forma, cuya base se mantendría durante toda la década. Debido a la escasez de equipos existentes (nunca superaron la media docena en toda la década) en lugar de un solo torneo se planificaron dos: la Liga Regional –competición regional propiamente dicha– y la Copa Presidente, que vendría a ser una repetición del primer torneo con los mismos equipos y similar formato de competición. Ambos torneos se jugaron inicialmente a dos vueltas y posteriormente a cuatro (la falta de datos nos impide saber cuándo se produjo este cambio), para alargar en lo posible la competición.

La primera Liga Regional tuvo seis participantes: Atlético Vivero, CIDE, Atlètic Consell, Esporles, Génova y Santa Maria Atlètic; es decir, los mismos equipos previstos en la fallida temporada anterior menos el Creaciones Deyá, que durante la temporada fue absorbido por el Atlético Vivero. El primer campeón fue el CIDE, que repitió campeonato durante los siguientes años y cuyo bloque de jugadoras –todas ellas en edad escolar, puesto que entonces no había categorías por edad– se reveló como el más potente. Sus principales rivales fueron Génova y Atlético Vivero; mucho más lejos se situó el Santa María Atlètic, un equipo aún débil, pero que con el tiempo adquiriría un relieve enorme. El resto de equipos (Consell y Esporles) fueron más bien comparsas, de escaso potencial, y desaparecieron al final de la temporada. La Copa Presidente, disputada justo después de la Liga, fue un calco de ésta. Parece que ambos torneos se disputaron a dos vueltas cada uno.

No tenemos noticias de que esta temporada se disputara la segunda edición de la Copa Reina Sofía, ni si algún equipo balear llegó a participar. Si así fue, seguramente fue el CIDE. 

Temporada 1982-83

Esta temporada la competición seguía en crecimiento. Se mantuvieron activos los principales equipos: CIDE, Génova, Santa María Atlètic y Atlético Vivero; y surgieron dos nuevos, aunque efímeros: AD Son Sardina (del barrio homónimo de Palma) y CF Rubinis (de Binissalem), que relevaron a los desaparecidos Atlètic Consell y Esporles. El CF Rubinis, como el CD Santa María Atlètic, era un club únicamente femenino y así constan ambos en el anuario de la RFEF de 1983.

El primer torneo importante de la temporada fue uno de nueva creación y organizado por el CIDE: la primera edición del Trofeo Miquel Thomàs, convocado a modo de torneo de pretemporada previo a la competición oficial. Se impuso el CIDE, que mantenía un alto nivel que le hacía destacar sobre el resto.

En la Liga Regional el CD CIDE logró su segundo título delante de Génova, subcampeón. Lo mismo sucedió en la Copa Presidente, aunque apenas disponemos de resultados y clasificaciones de la competición. Ni siquiera sabemos si ambas competiciones se jugaron a dos o cuatro vueltas.

El hecho más destacable fue la organización del Torneo Internacional Illes Balears 1983, a cargo del CIDE, en el que además del equipo local y el CD Santa Maria Atlètic participaron dos equipos británicos, uno de Cardiff (probablemente el Cardiff City Ladies FC) y Luton. Fue un primer contacto con equipos extranjeros, aunque no tuvo continuidad.

Por otro lado, esta temporada se disputó la primera edición oficial del Campeonato de España de clubes femeninos (Copa de la Reina a partir de 1989), primer torneo femenino oficial organizado por la RFEF (el campeonato liguero no existió hasta 1988, como luego veremos). El CIDE disputó los cuartos de final a doble partido contra la Peña Barcelonista Barcilona, uno de los equipos más potentes a nivel nacional; el resultado fue claramente adverso (0–3 en casa y 5–0 fuera).

Temporada 1983-84

La temporada tuvo básicamente los mismos equipos de la anterior, salvo dos: la AD Son Sardina y el CF Rubinis (Binissalem) habían desaparecido, después de un breve recorrido de una sola temporada. En total, cuatro equipos: Atlético Vivero, CIDE, Génova y Santa Maria Atlètic, a la postre fundadores del campeonato en 1981. Esta temporada el equipo de Santa María volvía a ser el único club genuinamente femenino existente.

Esta temporada destaca la existencia del subcomité de fútbol femenino dentro de la FFIB, presidido por Joan Crespí Pons. A diferencia del resto de comités y subcomités territoriales (competición y disciplina deportiva, apelación, jurisdiccional, etc.), el comité carecía de estructura definida que tenía el resto: vicepresidente, vocales o secretario. La estructura se reducía al presidente y el resto de cargos permanecían vacantes.

Abrió la temporada la disputa del II Trofeo Miquel Thomàs, organizado por el CIDE. En la Liga Regional nuevamente se impuso el CIDE, seguido del Génova; en la Copa Presidente repitió título el equipo escolar.

En el II Campeonato de España (Copa de la Reina) el CIDE, en calidad de campeón, volvió a disputar los cuartos de final de la Copa. Como en la temporada anterior se enfrentó al campeón catalán, la Peña Barcelonista Barcilona, ya que los emparejamientos solían hacerse por proximidad geográfica. Esta vez la ronda estuvo más disputada (2–1 en casa y 4–1 fuera), aunque volvieron a imponerse las catalanas.

Temporada 1984-85

Este año hubo cambios sustanciales en la competición. La novedad más destacada fue la desaparición del que fue club dominador de la competición regional durante sus primeras ediciones, el CD CIDE. Realmente quien desaparecía era el club; pero no el equipo de jugadoras, cuyo bloque se mudó para competir con otros colores. Este año compitió como equipo femenino del CD Atlético Baleares, uno de los clubes con mayor solera de las islas, originado en 1920 y que dio la oportunidad al equipo de disputar sus partidos en uno de los campos más atractivos de la capital, el Estadio Balear.

El subcomité de fútbol femenino dentro de la FFIB continuaba presidido por Joan Crespí Pons. Su estructura seguía bajo mínimos, reducida al presidente y el resto de cargos (vocalías, tesorería, etc.) vacantes.

Por otro lado había desaparecido el equipo del Atlético Vivero, uno de los fundadores de la competición en 1981. A su vez nacía el CF Son Forteza, fundado muy probablemente con las jugadoras del Atlético Vivero al tratarse de barrios limítrofes. Hay que añadir que el CF Son Forteza nació como club independiente, no como sección de un club masculino, y acompañaba al CD Santa María Atlètic en esta condición.

La Liga Regional se disputó con cuatro equipos. Fue disputada a cuatro vueltas, extremo que tal vez ya se produjo en temporadas anteriores, pero que no hemos podido comprobar por la escasez de datos. Se impuso el CD Atlético Baleares (ex CIDE), así que se dio una curiosa paradoja: las mismas jugadoras reeditaron título, pero con un club distinto. Subcampeón fue por primera vez el CD Santa María Atlètic, que empezaba a despuntar como principal alternativa. En la Copa Presidente se impuso el Génova, que esta temporada competía dentro de la disciplina de la Unión Expontánea CF de Génova.

En el III Campeonato de España (Copa de la Reina) se repitió el guion de temporadas pasadas. El campeón regional disputó los cuartos de final contra su homólogo catalán, la Peña Barcelonista Barcilona, por tercera vez consecutiva. Las catalanas volvieron a superar a las mallorquinas (4–0 fuera y 0–0 en casa).

Además, hay un hito remarcable esta temporada. Por primera vez una jugadora mallorquina (Francisca Orell) es convocada para jugar con el combinado nacional: fue un Hungría-España, disputado el 27 de abril de 1985, aunque Orell no llegó a debutar.

Temporada 1985-86

Esta temporada la competición empezaba a mostrar signos de agotamiento. Los dos torneos oficiales se seguían disputando a cuatro vueltas para abarcar el mayor número de fechas posibles ante la falta de un incremento de equipos, que año tras año seguía estancado en una horquilla de entre cuatro y seis participantes.

Por otro lado, el subcomité de fútbol femenino de la FFIB había sido reestructurado y completado en su formación. El hasta ahora presidente Joan Crespí fue sucedido por Joan Mestre Sastre. Y, por fin, el resto de cargos del comité fueron ocupados: como vicepresidente figuraba Joan Josep Morales Pol y como secretario, al fin, aparecía una mujer: Francesca Martorell Lladó.

El grupo de jugadoras campeonas de liga (el CD Atlético Baleares) volvió a cambiar de sede social después de una sola temporada en el club blanquiazul y, además, cambió de población: se trasladó de Palma a Bunyola, localidad situada a unos 20 kilómetros al norte de la isla, y se integró en la estructura deportiva del SD Joventut Bunyola. Aquí el equipo gozaría de mayor estabilidad durante tres temporadas, además de unas condiciones excepcionalmente positivas, ya que fueron tratadas casi en plano de igualdad con el primer equipo masculino, un hecho hasta entonces inaudito.

El CF Son Forteza había desaparecido después de una temporada de vida. A su vez, nacieron dos equipos nuevos: el CD Son Roca (del barrio homónimo de Palma) y el CD Costa de Calvià, del mismo municipio; ambos formaban parte de clubes masculinos. Sendos equipos fueron extremadamente débiles en su concurso, hasta el punto de recibir goleadas con dos dígitos en más de una ocasión.

La Liga la disputaron cinco equipos. Se la adjudicó la SD Joventut Bunyola, es decir, el mismo grupo de jugadoras desde el inicio de la competición y bajo otras siglas. Subcampeón fue por segunda vez el CD Santa Maria Atlètic, que se consolidaba como principal alternativa. En la Copa Presidente (mismos equipos de la Liga, menos el CD Costa de Calvià), jugada inmediatamente después, se repitieron las tornas.

El IV Campeonato de España (Copa de la Reina) fue un calco de los disputados hasta la fecha. Las campeonas de Liga (que eran las mismas jugadoras, ahora como SD Juventud Bunyola) jugaron los cuartos de final con el campeón catalán: la Peña Barcelonista Barcilona. Y como cada año se impusieron las catalanas (0–0 en casa y 5–0 fuera).

Por otro lado, a nivel nacional el fútbol mallorquín volvía a tener un papel a escala nacional. El 3 de noviembre de 1985 se jugó el primer partido de la selección española en tierras baleares. Se disputó contra Italia, entonces una potencia a nivel europeo, con dos jugadoras mallorquinas: Maria Cruz Muñoz (CD Santa Maria Atlètic) y Maria Mestre (SD Joventut Bunyola). Se perdió por la mínima (2–3), pero dando una buena impresión.

Temporada 1986-87

Esta temporada fue casi un calco de la anterior. La competición seguía sin crecer, puesto que participaron los mismos equipos con la salvedad del CD Costa de Calvià, que había desaparecido.

La Liga se la adjudicó de nuevo la SD Joventut Bunyola seguido del CD Santa María Atlètic, un resultado esperable a todas luces. Una vez más, ambos equipos ponían tierra de por medio respecto al resto de rivales y triunfo final de las de Bunyola. Sin embargo, la historia fue diferente en la Copa Presidente: por primera vez se invirtieron los papeles y las de Santa Maria se hicieron con su primer título por delante de las de Bunyola. Empezaba a avistarse un relevo en el dominio del fútbol femenino mallorquín, que se confirmaría la temporada siguiente.

En el V Campeonato de España (Copa de la Reina) el sistema de competición había cambiado. En esta ocasión no participaba uno sino los dos primeros clasificados de cada campeonato territorial. En cambio el principio de proximidad geográfica seguía vigente, así que inevitablemente los dos equipos mallorquines contendieron contra dos catalanes. Y volvió a repetirse la historia, porque las catalanas se impusieron en ambos casos, aunque estuvo notablemente reñido: la SD Joventut Bunyola se enfrentó al CFF Vallès Occidental de Sabadell (5–5 en casa y 3–1 fuera) y el CD Santa María a la todopoderosa Peña Barcelonista Barcilona (2–2 en casa y derrota fuera).

A pesar de padecer cierto estancamiento, el fútbol femenino en Baleares empezaba a ser reconocido. Así se puso de relieve en la Gala del Fútbol Balear organizada anualmente por la FFIB, que este año introdujo el fútbol femenino entre sus galardones. En la categoría de mejor jugadora fue ganadora Francisca Orell, del SD Joventut Bunyola.

Temporada 1987-88

En esta temporada los síntomas de crisis en la competición ya son manifiestos. Fueron cuatro los equipos que participaron en la competición –que seguía sin crecer– y solo dos continuaban de la temporada pasada. Había desaparecido otro de los fundadores de la competición: el Génova, además del CD Son Roca. Fueron sustituidos por dos equipos de la ciudad de Sóller: el Port de Sóller y el equipo del colegio Sagrats Cors, ambos de muy poco potencial. El CD Santa María Atlètic continuaba siendo el único club únicamente femenino. Aparte de la rivalidad entre los dos grandes (SD Joventut Bunyola y CD Santa María Atlètic) por debajo seguía sin haber una base sólida para crecer. El fútbol femenino seguía sin arrancar.

En la Liga Regional se consumó el relevo deportivo y se impuso el CD Santa María Atlètic. Por detrás, a poca distancia, la SD Joventut Bunyola. Y mucho más atrás los equipos de Sóller, meros comparsas, que recibieron goleada tras goleada (excepto cuando se enfrentaron entre ellos). En la Copa Presidente se repitió la historia y es posible que se jugase por eliminatorias, ya que se jugó un partido a modo de final entre las de Santa María y las de Bunyola.

En el VI Campeonato de España (Copa de la Reina) se volvió al formato original y solo participó el campeón regional; en cambio, el criterio de proximidad fue desechado y por fin cabía la posibilidad de no enfrentarse a un equipo catalán, que seguían siendo los más fuertes. El CD Santa Maria Atlètic fue emparejado con un equipo de Madrid, pero desconocemos cuál; podría ser el FF Parque Alcobendas o el Olímpico Fortuna, dos de los conjuntos entonces más potentes de la Comunidad de Madrid. No hay noticias de la eliminatoria y es posible que ni siquiera se jugase por un problema de vuelos y fechas. En cualquier caso el equipo no siguió adelante.

Temporada 1988-89

Esta temporada vino marcada de inicio por la iniciativa de la RFEF de reorganizar la competición de fútbol femenino para promover su desarrollo y ofrecer una competición más atractiva, hasta entonces reducida a unos primitivos campeonatos regionales de fuerza y organización muy desiguales entre ellos. Así se creo, por primera vez, un campeonato de ámbito estatal: la Liga Nacional Femenina (más conocida popularmente como Superliga, nombre que adoptó de 2001 a 2011). No sabemos cuál fue el criterio para seleccionar los equipos participantes en el nuevo campeonato nacional femenino, pero sin duda entre los factores se encontraban los méritos deportivos contraídos y la búsqueda de cierta paridad geográfica, a pesar de que el desarrollo del fútbol femenino a lo largo y ancho del Estado aún era tremendamente desigual.

Esto, inevitablemente, afectó a la competición isleña: Baleares era una de las territoriales que tenían campeonato propio y cierta tradición, así que podía optar a inscribir, al menos, a un equipo. Esto obligaba a replantear de arriba abajo la competición local. El principal dilema era el económico: la partida presupuestaria adjudicada por la FFIB para el fútbol femenino era tan reducida que, para aquella temporada, hubo que escoger: o se financiaba la competición regional o la participación de un equipo mallorquín en la nueva Liga Nacional Femenina. Una de dos. No había opción.

Finalmente se optó por la opción de Liga Nacional y el campeón regional vigente, el CD Santa María Atlètic, fue inscrito en la nueva competición en calidad de equipo fundador. En consecuencia, las competiciones locales oficiales (Liga y Copa Presidente) fueron canceladas. Desconocemos los detalles que llevaron a la decisión final, pero podemos aventurar algunos:

1) En las últimas temporadas la competición regional había quedado reducida virtualmente a dos equipos que se repartían victorias y subcampeonatos, mientras a una distancia cada vez mayor se situaba el resto. Prueba de ello fue la desaparición de la “clase media” fundadora (Génova y Atlético Vivero) y su sustitución por equipos cada vez más débiles y fugaces que restaban emoción y calidad a la competición. Además el equipo femenino de la SD Joventut Bunyola dejó de funcionar en 1988, aunque no sabemos si esto se produjo antes o después de la desaparición del campeonato regional.

2) Segundo, hay que entender lo que suponía la creación de la Liga Nacional. Nunca había existido una liga nacional femenina hasta entonces y era una oportunidad única poder participar en ella y directamente en primera categoría, un “escaparate” a nivel nacional y contra los mejores clubes del momento. Algo parecido a lo que sucedió con la liga masculina en 1929, aunque las circunstancias sociales y deportivas fueron muy distintas. Luego, la nueva competición no tuvo el impacto esperado ni supuso un espaldarazo fulgurante para el fútbol femenino; pero entonces nadie podía saberlo y era necesario arriesgarse.

El campeonato inaugural de Liga Nacional se disputó del 4 de diciembre de 1988 al 30 de abril de 1989, con un total de nueve equipos. De Cataluña, como territorial más potente, figuraban cinco clubes: CF Barcelona, PB Barcilona, RCD Espanyol, CE Sabadell y CFF Vallès Occidental (Sabadell). Dos de la Comunidad de Madrid: Olímpico de Fortuna (Madrid) y CFF Parque Alcobendas. Uno de Castilla y León, el Puente Castro FC (León). Finalmente, uno de las Islas Baleares: el CD Santa Maria Atlètic. Por tanto, el fútbol mallorquín estuvo presente como equipo fundador de la Liga Nacional en una categoría plagada de equipos catalanes y madrileños, a la postre pertenecientes a las territoriales más potentes del país.

El CD Santa María Atlètic era uno de los equipos más humildes de la nueva Liga Nacional y, a la vez, quien lo tenía más difícil para disputarla, por insularidad y la lejanía geográfica respecto al resto de rivales que dificultaba –y encarecía– sobremanera su participación. Así que jugó su liga particular con el otro “verso suelto” de la competición, el Puente Castro FC, para evitar el último puesto. Logró arrancar dos meritorios empates en casa contra Parque Alcobendas (1–1) y Sabadell (2–2), e incluso firmó una victoria por goleada contra las leonesas (6–0) a las que ganó el goal average particular (2–0 en León); pero no puedo evitar el farolillo rojo final. De todas formas ser colista no era algo dramático a nivel deportivo, ya que la competición aún carecía de segunda categoría (no fue creada hasta 2001) y, por consiguiente, no había ninguna posibilidad de descender. Bastaba con confirmar la inscripción para seguir compitiendo; pero esto no fue posible, como veremos a continuación.

Mientras tanto, a nivel insular la actividad futbolística femenina se disolvió como un azucarillo. Con la desaparición de los torneos oficiales y el cese de actividad de uno de los dos grandes equipos, el SD Joventut Bunyola, el paisaje se convirtió en un erial. No hay noticias de torneos oficiosos, partidos amistosos o cualquier otra iniciativa que sostuviera el fútbol local. Entonces todo se centraba en el equipo de Liga Nacional –era el único que seguía en activo–, que cosechaba derrota tras derrota, y encima el seguimiento en prensa era menor que el de cualquier partido masculino de Segunda Regional. Para más inri, la partida presupuestaria para financiar la aventura nacional era del todo insuficiente y los propios directivos del CD Santa Maria Atlètic tenían que poner dinero de su bolsillo para cuadrar las cuentas. Un mal fario para la temporada siguiente.

Aquel año se disputó la séptima edición del Campeonato de España, llamado por primera vez Copa de la Reina, nombre que ha mantenido hasta la actualidad. No nos consta ninguna participación mallorquina en el torneo.

Temporada 1989-90

Debido a los elevados costes que suponía la participación en la Liga Nacional Femenina el CD Santa Maria Atlètic decidió renunciar a la participación y nadie lo reemplazó porque ya no quedaba ningún club organizado en la isla. Habría que esperar 20 años para ver a otro club balear en la máxima categoría: la UD Collerense (Palma), en la temporada 2009-10.

Evidentemente la competición regional tampoco se reemprendió por falta de equipos disponibles, ni se jugó torneo alguno. Como único club organizado quedaba el propio CD Santa Maria Atlètic que, al encontrarse en una situación económica muy frágil debido al esfuerzo realizado en Liga Nacional y no teniendo contra quien competir, languideció hasta desaparecer durante la temporada. Así fue como el fútbol femenino balear desapareció completamente hacia 1990.

Epílogo

La competición femenina desapareció completamente durante seis años y no reapareció hasta la temporada 1996-97, cuando se volvió a organizar la Liga Regional en Mallorca con seis participantes. Ninguno de ellos tenía vinculación alguna con los equipos existentes en los años 80, así que no podemos hablar de continuidad: fue una etapa totalmente nueva, con protagonistas nuevos y partiendo de cero. Tanto es así que la década relatada en este artículo fue totalmente olvidada hasta ahora.

Desde 1996 el campeonato femenino fue creciendo gradualmente hasta llegar a nuestros días. Esta segunda etapa, mucho más conocida y reciente, merece un artículo aparte que complete la perspectiva general del fútbol femenino balear desde sus orígenes hasta hoy.

Conclusiones

1. Protagonistas
Podemos distinguir dos grandes líneas de desarrollo del fútbol femenino en estos años:

a) Por un lado tenemos el bloque de jugadoras que, con las bajas e incorporaciones normales en el transcurso de la década, compitió con las siglas del CIDE (entre 1981 y 1984), del CD Atlético Baleares (1984-85) y finalmente de la SD Joventut Bunyola (1985-88). Sus jugadoras empezaron a competir juntas con una edad equivalente a la actual categoría cadete, crecieron y se retiraron en plena mayoría de edad, es decir, aproximadamente de los 14 a los 23 años. El conjunto, ensamblado y compenetrado desde sus inicios, lideró la competición y mantuvo su potencial hasta su desaparición en 1988, aunque en la última temporada fue superado en resultados por el CD Santa María Atlètic.

b) Por otro lado, el CD Santa Maria Atlètic. El equipo nació con un potencial más bien escaso y bien pudo ser uno de los primigenios conjuntos de escaso recorrido, que desaparecía al poco de nacer. Pero poco a poco se fue consolidando y, a mediados de la década, se convirtió en la principal alternativa al primer bloque mencionado, reduciendo progresivamente las distancias hasta lograr superarlo. A finales de los años 80 logró posicionarse como el conjunto más fuerte de Mallorca y tocó la cima al debutar en Liga Nacional Femenina como equipo fundador.

No podemos contraponer ambos conjuntos como una rivalidad entre la capital y los pueblos, ya que la composición de sendos bloques era muy variopinta en su procedencia.

2. Organización
Tan solo se fundaron tres clubes exclusivamente femeninos: CF Rubinis de Binissalem (1982-83), CF Son Forteza (1984-85) y CD Santa Maria Atlètic (1980-90). A excepción del último caso, que como dijimos fue exitoso, apenas duraron una temporada. Esta fórmula daba una independencia y hasta cierto empoderamiento a las jugadoras, que podían organizarse a su manera, pero también las exponía a una mayor precariedad económica y las obligaba a crear una afición entonces casi inexistente fuera de los clubes masculinos.

El resto de jugadoras se organizaron en los clubes de fútbol tradicionales como sección femenina. Ello les permitía gozar de una estructura deportiva consolidada y cierto apoyo económico y social; pero a nivel deportivo apenas tuvieron relevancia, ya que tanto el primer equipo masculino como el fútbol base siempre tuvieron prioridad. Su papel fue de curiosidad y exotismo que, en el fondo, nunca se tomó realmente en serio en su vertiente estrictamente deportiva y competitiva.

3. Fases
Cronológicamente podemos distinguir tres fases:

a) Entre 1981 y 1985 la competición muestra visos de crecimiento. La mayoría de conjuntos gozan de cierta estabilidad (salvo algunos fugaces, como en cualquier proceso de este tipo), se establecen jerarquías entre ellos y se intuye un crecimiento en la afición y práctica.

b) A partir de 1985 la competición se estanca. El número de equipos sigue siendo el mismo, oscilando siempre entre cuatro y seis equipos. Ante este hecho era imposible crear divisiones inferiores ni categorías de base. Empiezan a desaparecer los equipos de “clase media” y los nuevos que se crean no mejoran la situación debido a su escasa duración y discreto nivel. Se consolidan los dos grandes equipos y las diferencias respecto al resto aumentan, restando emoción a la competición.

c) Cuando se crea la Liga Nacional (Superliga) en 1988 el fútbol femenino insular pudo dar un salto cualitativo con la presencia de un equipo en la nueva competición nacional, pero en lugar de eso le supuso la puntilla final. La competición local desaparece y con ello los pocos equipos que seguían activos. El apoyo federativo era escaso y el económico también, pero no hubo músculo suficiente para mantener la llama viva de manera oficiosa. En 1989, cuando pudo reiniciarse la competición regional, todo había desaparecido.

4. Los medios de comunicación
El seguimiento de los medios de comunicación de la época era prácticamente nulo y con frecuencia utilizaba un lenguaje entre paternalista y hasta sonrojante con comentarios presuntamente socarrones, pícaros y rozando la vulgaridad, lejos del estilo mínimamente exigible en el mundo periodístico.

La competición aparecía con irregularidad y sumo descuido. Entonces la prensa escrita reseñaba semanalmente la agenda de partidos del fin de semana (viernes o sábado) y los resultados (lunes o martes); en el caso del fútbol femenino era habitual que apareciera en uno de los casos, o en ninguno, sin justificación aparente y con total irregularidad. Las notas de prensa eran prácticamente inexistentes. Entonces hasta las categorías más bajas del fútbol base gozaban de un seguimiento pormenorizado de sus resultados, jornada a jornada; de las féminas tan solo hay menciones aisladas y fugaces.

Ni siquiera las sucesivas ediciones de la Copa de la Reina, con participaciones desde los cuartos de final de 1982 a 1986, o la temporada 1988-89 de Liga Nacional Femenina apenas obtuvieron eco en los medios más allá de mencionar algún resultado.

5. Los clubes
El papel de los principales clubes mallorquines durante estos años se resume en un papel más bien pobre. Su participación activa hubiera sido clave para su crecimiento gracias a sus recursos, afición e infraestructura; pero en general demostraron escasa sensibilidad y visión de futuro. Algunos partidos se celebraron en los principales campos de la isla; pero no pasaron de ser casos aislados, movidos más por la expectación causada como exotismo que como acto deportivo, y no tuvieron repercusión posterior. Solo el CD Atlético Baleares tuvo un papel activo, pero durante una sola temporada y en condiciones de franca inferioridad: las jugadoras no cobraban, a diferencia de los hombres; reciclaban los uniformes desechados por estos, y muchos seguidores jamás supieron que existían. Esto da una idea del trato y la importancia que se daba al fútbol femenino en los clubes, de manera generalizada.

6. La Federació de Futbol de les Illes Balears
El apoyo federativo fue más bien escaso. Es sintomático que el comité de fútbol femenino en los años 80 estuviera incompleto durante varios años (reducido a una persona, su presidente), y que además no llegara a estar presidido por una mujer. Sobre todo destaca el hecho de que en 1988, ante la oportunidad de inscribir un equipo en la Liga Nacional, en lugar de ampliar el presupuesto y redoblar esfuerzos, el ente federativo obligase a las féminas a financiar solo una competición. Algo así, para una competición entonces en crisis, fue letal a corto plazo.

7. La afición
Cabe suponer que Mallorca (y Baleares) fue uno de los territorios teóricamente más avanzados y proclives al deporte femenino gracias al alud de ideas y modernidad que trajo el fenómeno del turismo. Sin embargo, la reacción del aficionado medio fue más o menos la misma que en resto del país y las jugadoras tuvieron que soportar todo tipo de comentarios y comportamientos basados en una mentalidad atávica. Aparte del entorno más inmediato de familiares y amigos, el fútbol femenino tuvo que enfrentarse a un estado de cosas que basculaba entre la indiferencia, la incomprensión, el desprecio e incluso la agresividad verbal.

Posiblemente este fuera el factor de mayor peso que provocara, a finales de los años 80, que el fútbol femenino local acabara desapareciendo después de un arranque ilusionante a principios de la década.