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156. El Atlético Baleares, patrimonio del fútbol balear (y mallorquín)

Cuadernos de Fútbol (núm. 76), 1 de mayo de 2016 

Contexto histórico y antecedentes

Desde la llegada del fútbol a Mallorca a finales de 1902 su práctica había estado presidida por la irregularidad y la improvisación. Durante años dependió de la apetencia de las clases acomodadas de la sociedad mallorquina ya que ellos, y no otros, eran quienes disponían de tiempo y medios para practicarlo. Además, la ausencia de organización federativa alguna y de una competición regular adecuadamente reglada mantuvo su práctica en una situación permanentemente embrionaria. Entre 1903 y 1916 el principal equipo de Palma fue la sección de fútbol del Veloz Sport Balear, sociedad ciclista propietario del velódromo del Tirador, en cuya entrepista se jugaron partidos durante estos primeros años.

La fundación del RCD Mallorca (entonces Real Sociedad Alfonso XIII Foot-Ball Club) en 1916 resolvió la situación en parte: fue el primer club de fútbol organizado como tal y construyó el primer terreno de juego reglamentario. Pero durante sus primeros años el nuevo club ejerció un monopolio sobre el fútbol isleño que ahogó el surgimiento de alternativas rivales y, con ello, de una competición organizada y en firme.

El nacimiento de los primeros antecedentes del Baleares

La situación antedicha se prolongó hasta 1920. Fue entonces, durante uno de los cíclicos repuntes de la práctica futbolística, que apareció en el diario palmesano La Última Hora del 3 de abril de 1920 un artículo sobre la actualidad futbolística del momento y el surgimiento (hasta entonces, circunstancial y con altibajos) de nuevos equipos en la capital. Dentro del mismo había un fragmento que añadía un elemento novedoso a la situación:

“En los talleres de la Isleña tengo noticias que se hacen preparativos para formar un team. En la Fundición de los señores Carbonell se organiza otro once, que promete ser un terrible rival por la corpulencia de la gente obrera que se alista.”

Este pasaje documentaba un hecho insólito hasta entonces: el nacimiento de dos conjuntos de extracción social humilde. Ambos, al cabo de unos meses, convergerían en un solo equipo como veremos más adelante.

El Mecánico, trabajadores de la Isleña Marítima

El primer once del que habla la noticia eran trabajadores de la Isleña Marítima, compañía naviera que controlaba los desplazamientos marítimos entre las Baleares y la península. Éstos adoptaron el nombre de Mecánico, de acuerdo con su profesión. El equipo adoptó una camiseta con tres franjas azules sobre fondo blanco. Estos eran los mismos colores identificativos de la compañía, cuyo principal emblema identificativo era sus iniciales I-M pintadas en blanco sobre azul en las chimeneas de sus vapores. Los pantalones eran azules y, según las crónicas, provenían de los uniformes de trabajo recortándoles las perneras.

El Mecánico no tenía campo: jugaba en una explanada del antiguo muelle de Palma, cerca de las antiguas dependencias de la Isleña. Su promotor (y de facto, presidente) fue Gabriel Cifré Borràs (1894-1993), operario en los talleres de la Isleña.

El Mallorca, obreros de fundición

El segundo conjunto era de trabajadores de una pequeña empresa metalúrgica palmesana llamada Fundición Carbonell, vulgarmente conocida como Can Salí. El equipo adoptó inicialmente el mismo nombre de la empresa pero al poco tiempo lo trocó por uno más genérico a medida que fueron engrosando el equipo elementos de otras industrias. Así adoptó el nombre de Mallorca, siendo el primer equipo de importancia que adoptó el nombre de la isla (antes hubo algunos otros, pero de muy corta duración). Recordemos que entonces ya existía el actual RCD Mallorca, pero con el nombre de Real Sociedad Alfonso XIII, el cual mantuvo hasta 1931.

Su indumentaria era totalmente blanca y jugaba en un solar denominado sa Síquia Reial, situado en las afueras de la ciudad. Su primera cabeza visible fue Bartomeu Llabrés Albertí (1886-1951), obrero de la Fundición Pedro J. Tous y que debió llegar al equipo cuando éste incorporaba jugadores externos a la empresa original.

La fusión Mallorca-Mecánico. Nacimiento del Baleares FC (1920)

De ambos equipos no se conserva documentación oficial alguna. No hubo acta de constitución, estatutos ni órganos rectores. Además, la inexistencia de competición federada alguna hacía superfluo cursar cualquier trámite. Lo importante era organizarse como buenamente pudieron y jugar. Tan solo sabemos de su existencia a través de las noticias deportivas en la prensa del momento. Sabemos que ambos equipos jugaron entre ellos un 25 de abril de 1920, tres semanas después del artículo de prensa que anunciaba su gestación (posiblemente fuera el primer partido para ambos) y posteriormente en un torneo (Concurso de Verano) disputado entre agosto y noviembre de ese año con otros equipos de la ciudad. Fue su bautizo en la competición, aunque discreto: el Mecánico acabó descalificado por retirarse de un partido antes de finalizar y el Mallorca acabó en los últimos puestos.

A finales de 1920 ambos conjuntos coincidieron en un mismo local social, el café de Can Rasca. Pronto surgió la afinidad entre ellos y decidieron unirse para formar un bloque más potente. En una asamblea conjunta celebrada el 14 de noviembre ambos conjuntos se fusionaron adoptando el nombre de Baleares Foot-Ball Club. Para el uniforme se adoptó una decisión salomónica: la camiseta blanquiazul del Mecánico y los pantalones blancos del Mallorca. El primer presidente fue Bartomeu Llabrés Albertí (1886-1951), cabeza visible del Mallorca.

Los primeros años del club (1920-23)

El Baleares FC disputó su primer partido el 21 de noviembre de 1920 ganando al Veloz Sport Balear (05) en su propio campo del velódromo del Tirador cuando aquél aún mantenía parte del potencial que le llevó a ser el equipo más potente de las islas entre 1903 y 1916. Desde entonces el Baleares FC fue asiduo participante en las competiciones organizadas oficiosamente entre los clubes entonces existentes. 

Al igual que sus predecesores, el Baleares FC no se registró oficialmente y sus primeras evoluciones nos han llegado a través de la prensa. No fue hasta diciembre de 1922 que el club se inscribió en el Registro de Asociaciones del Gobierno Civil, empujado por su voluntad de inscribirse en la Federación Catalana de Fútbol. Desconocemos si llegó a hacerlo finalmente, pero ello sirvió para regularizar su situación.

En poco tiempo el club vivió un crecimiento fulgurante. Aglutinó a una extensa masa social de clase social media-baja, de acuerdo con los orígenes obreros de sus primeros practicantes, y forjó un potencial deportivo considerable que le llevó a convertirse en principal alternativa al otro gran club palmesano, la RS Alfonso XIII. De hecho, a mediados de 1921 los enfrentamientos entre ambos equipos ya despertaban gran expectación entre los aficionados, además de altercados y encendidas disputas tanto verbales como físicas que trascendían el ámbito estrictamente deportivo. Fruto de este crecimiento el club construyó un nuevo campo en la barriada palmesana de Son Canals gracias a las aportaciones de sus socios. Fue inaugurado el 24 de julio de 1924, aunque ya estaba en uso desde principios de 1923.

Primeros años de competición federada (desde 1923)

En 1923 se organizó la competición federada en las islas con la disputa de los campeonatos de Mallorca y Menorca organizados por el Comité Regional Balear, ente dependiente de la Federación Catalana de Fútbol (la federación balear no se constituyó de manera independiente hasta 1926). El Baleares FC participó en su primera categoría desde la primera edición y de manera ininterrumpida hasta 1940, cuando el campeonato se convirtió en división regional de la Liga española con idéntico funcionamiento.

Durante estos años el club siempre estuvo en primera línea de la competición regional. Fue subcampeón hasta en 9 ocasiones, siendo solamente superado por la RS Alfonso XIII FC (después CD Mallorca) o por el Constancia FC (Inca). Tan solo consiguió vencer en la temporada 1927-28, aprovechando una escisión de la competición y la ausencia del equipo alfonsino. No consiguió proclamarse campeón de Baleares, ya que precisamente en esa temporada se impuso el equipo menorquín (la Unión Sportiva, de Maó).

En otras competiciones destaca su triunfo absoluto en la Copa Presidente de la República, torneo disputado por los equipos de primera categoría del campeonato mallorquín durante las temporadas 1933-34, 1934-35 y 1935-36 disputándose una copa concedida por el entonces presidente Niceto Alcalá Zamora. El Baleares FC se adjudicó las segunda y tercera ediciones y, por consiguiente, la copa en disputa.

Como hecho anecdótico cabe reseñar que el club creó la presidencia de honor para una mujer: Angelita Soler Arimón, Miss Baleares 1935 y ferviente seguidora del club.

Durante la Guerra Civil la competición futbolística se mantuvo, aunque fuese en una situación creciente de precariedad. A diferencia de otros clubes como el CD Mallorca, el Baleares FC consiguió mantenerse activo durante todo el periodo bélico. En agosto de 1940 el Baleares Foot-Ball Club trocó su nombre por el de Club de Fútbol Baleares, aprovechando la reforma estatutaria a que estaban obligadas todas las sociedades deportivas para adaptarse a la nueva legalidad vigente. Poco después la castellanización fue obligatoria para todos los clubes, así que el Baleares se adelantó al resto por algunos meses.

La absorción del Athletic FC y cambio de denominación (1942)

En 1942 el CF Baleares convergió con otro club de Palma, el Athletic FC. A lo largo de su historia el club balearico, en calidad de principal alternativa al CD Mallorca, había absorbido a otros pequeños clubes como el Mediterráneo FC, club que llegó a competir en la primera categoría del campeonato mallorquín y se disolvió antes de integrarse en la entidad balearica en 1940. En cambio, en este caso el proceso fue diferente.

El Athletic Foot-Ball Club había nacido un 13 de septiembre de 1922 (desde 1941 adoptó el nombre de Club Deportivo Atlético) como escisión de otro club, el Balear Foot-Ball Club, existente entre 1922 y 1925. Su campo era Sa Punta, inaugurado en 1929 (antes no tuvo campo propio). Vestía camiseta con franjas anchas rojiverdes y pantalones negros hasta 1933, cuando por similitud de nombres adoptó la equipación rojiblanca del Athletic Club de Bilbao. Su fundador y luego presidente honorífico fue Antoni Forteza Piña (1901-1969), panadero y dirigente deportivo de primer orden en diferentes deportes (especialmente fútbol y baloncesto, donde llegó a ser presidente de sendas federaciones). Desde 1929 jugó en la primera categoría del campeonato regional y vivió su momento de gloria en la temporada 1939-40 al proclamarse campeón de Mallorca y Baleares. A diferencia de los balearicos, el club atlético mantuvo una relación cordial con el CD Mallorca desde su nacimiento dada la desigualdad de fuerzas existentes entre ambos.

En 1942, fruto de la expansión urbanística de la ciudad, el CD Atlético se vio obligado a abandonar su campo. La precariedad de la posguerra hizo imposible encontrar uno nuevo y el club estaba abocado a la desaparición. Sus rectores sondearon primero la fusión con el CD Mallorca, pero la operación se frustró porque los mallorquinistas no querían hacer cambio alguno en sus distintivos aprovechándose de la situación de inferioridad en que se encontraba la entidad atlética. La siguiente opción fue el CF Baleares, el cual mantuvo una posición mucho más flexible que permitió salvar algunos rasgos identificativos del pequeño club. La operación culminó el 27 de mayo de 1942 con el nacimiento del Club Deportivo Atlético Baleares.

El acuerdo se firmó como un contrato de fusión entre ambas partes en plano de igualdad, aunque de facto el proceso fue una fusión por absorción porque los rasgos identificativos del pequeño club atlético desaparecieron casi completamente. El uniforme del CF Baleares se mantuvo sin variación, mientras los colores rojiblancos y negros del CD Atlético desaparecieron del todo. Como local social se mantuvo el de los balearicos y las dependencias atléticas se convirtieron en una peña de aficionados más. Lo mismo sucedió con el terreno de juego (aunque en este caso no había opción) e incluso la rivalidad con el CD Mallorca se mantuvo vía herencia del CF Baleares. La masa social y la infraestructura de sendos clubes, muy desiguales en tamaño, tampoco dejaban lugar a dudas. El pequeño club atlético tan solo sobrevivió simbólicamente en el nombre; incluso los dirigentes balearicos aceptaron anteponerlo al suyo (Atlético-Baleares en lugar de Baleares-Atlético). Seguramente el prestigio de Antoni Forteza Piña, presidente de honor del CD Atlético, expresidente de la Federación Balear de Fútbol y entonces presidente de la de baloncesto, tuvo mucho que ver.

Primeros años en Tercera División. Crecimiento y consolidación (años 40)

La primera temporada del Club Deportivo Atlético Baleares como tal fue la 1942-43, disputando un año más el campeonato de Primera Regional. El equipo quedó subcampeón, detrás del CD Mallorca, consiguiendo además un premio adicional: el ascenso a la reconstituida Tercera división para la temporada 1943-44. Por primera vez el club abandonaba la competición local para adentrarse en la competición nacional contra equipos principalmente catalanes o valencianos (o ambos a la vez) con los subsiguientes problemas logísticos y económicos, pero con mayores alicientes deportivos.

Durante los años 40 los resultados en Tercera División fueron medianos, limitándose a conservar la categoría sin demasiados apuros. Tan solo en las temporadas 1945-46 y 1946-47 logró un meritorio tercer lugar.

Primer ascenso a Segunda División (1951)

A principios de los años 50 el equipo dio un salto cualitativo. Se proclamó campeón de grupo de Tercera división y se clasificó para jugar la liguilla de ascenso con cinco equipos más: Real Betis Balompié, Recreativo de Huelva, Club Polideportivo Cacereño, CD Guadalajara y Alicante Club de Fútbol. El equipo fue campeón y, por primera vez en su historia, jugaría en Segunda División.

Allí jugó durante dos temporadas (1951-52 y 1952-53) hasta descender a Tercera División. Desde mediados de los años 50 el equipo recuperó el pulso a la competición y transitaba por los lugares altos de la clasificación cada temporada. Fue campeón de su grupo de Tercera División en la temporada 1955-56 y quedó entre los tres primeros hasta la temporada 1959-60, pero no lograba salir victorioso en las posteriores fases de ascenso.

El Estadio Balear (1960) y nuevo ascenso a Segunda División (1961)

A pesar de no lograrse el ascenso el club seguía creciendo y el viejo campo de Son Canals, inaugurado en 1923, se había quedado pequeño. Así que se impulsó la construcción de un nuevo campo: el Estadio Balear, impulsado por una cooperativa de pequeños propietarios (Procampo) la cual fue titular de los nuevos terrenos. El nuevo campo fue inaugurado el 8 de mayo de 1960 con un partido contra un potente rival: el Birmingham City FC, subcampeón de la antigua Copa de Ferias en 1960 y 1961. El conjunto balearico ganó por 20.

Con estadio nuevo el equipo campeonó nuevamente la temporada 1960-61 y jugó dos eliminatorias de ascenso contra el Olímpic de Xàtiva y la UD Amistad de Zaragoza. En esta ocasión el equipo no falló y logró nuevamente ascender a Segunda División, manteniéndose durante dos temporadas (1961-62 y 1962-1963). De estos años es el único partido jugado en el Santiago Bernabeu contra el Real Madrid, el 24 de enero de 1962, en un partido amistoso en el que los blancos se impusieron claramente (8-1).

Nuevamente en Tercera mantuvo un potencial fuerte, quedando entre los primeros clasificados y campeón en las temporadas 1964-65 y 1967-68. Pero en las fases de ascenso volvía a quedarse por el camino.

Crisis deportiva e institucional (años 70)

Desde finales de los años 60 el club entró en una dinámica de permanentes convulsiones internas. La situación económica e institucional no mejoraba y esto irremisiblemente acabó afectando al rendimiento del primer equipo. Gradualmente los resultados empeoraron, hasta que en la temporada 1972-73 se consumó el descenso a categorías regionales. El equipo logró regresar a Tercera división dos años más tarde, pero los resultados siguieron siendo mediocres.

Con la creación de la Segunda División B para la temporada 1977-78 y la consiguiente reestructuración de los grupos de Tercera División, el club ascendió a la misma; pero perdió la categoría ese mismo año al quedar colista. La dinámica no cambió y el club continuaba con resultados desilusionantes en Tercera División, con el agravante de que ésta se correspondía ahora a un cuarto nivel de competición, es decir, una categoría más abajo.

Al final de la temporada 1980-81 se consumó un nuevo descenso a categorías regionales, lo cual suponía situarse a un quinto nivel de competición: el escalón más bajo de su historia. La paz social e institucional no se conseguía y, como sucedió unos años antes, el equipo tardó dos temporadas en recuperar la Tercera división.

Años de recuperación. La experiencia en Segunda B (años 80)

Después del regreso a Tercera División en la temporada 1983-84 la institución recuperó cierta estabilidad, lo cual se tradujo en resultados deportivos más esperanzadores. En la temporada 1985-86 disputó las eliminatorias de ascenso a Segunda División B, y aunque no ascendió la tendencia siguió siendo positiva. Entonces la fortuna volvió a sonreír al equipo: la ampliación de la Segunda División B de dos a cuatro grupos para la temporada 1987-88 favoreció al club, que logró ascender sin mediar fase de ascenso. En este caso el ascenso fue tan deportivo como administrativo, ya que el equipo había quedado subcampeón de su grupo y tan solo ascendieron los tres primeros clasificados.

El equipo se mantuvo en Segunda División B durante tres temporadas (1987-88, 1988-89 y 1989-90). Las dos primeras temporadas fueron tranquilas e incluso durante la temporada 1988-89 el equipo avistó el liderato que entonces proporcionaba el ascenso directo a Segunda División. Pero la tercera temporada fue un fracaso sin paliativos, quedando colista y recalando nuevamente en la Tercera División.

A pesar de que el balance deportivo de los años 80 había sido positivo en el club continuaban persistiendo varios problemas de fondo. Las recaudaciones eran pobres (ni siquiera durante la temporada 1988-89, con opciones de ascenso, la asistencia de público fue la esperada). Los problemas institucionales no cesaban a la que la situación deportiva se torcía mínimamente. Y además el Estadio Balear, antaño flamante y orgullo del club, se encontraba envejecido y en mal estado por escaso mantenimiento tan solo tres décadas después de su construcción.

Etapa agridulce (años 90)

Después del descenso a Tercera división el club entró en una etapa de fuertes contrastes deportivos durante más de una década. Por un lado el rendimiento deportivo del equipo era óptimo, obteniendo resultados más que positivos cada curso: entre las temporadas 1990-91 y 2002-02 (doce temporadas) el equipo jugó ni más ni menos que ¡once! fases de ascenso a Segunda División B. Excepto en la temporada 1992-93, el club siempre se clasificó entre los cuatro primeros y campeonó en cuatro ocasiones (1998, 2000, 2001 y 2002). Además, llegó a las semifinales de la Copa RFEF en la temporada 2001-02.

A nivel de fútbol base también hubo hechos positivos: el equipo juvenil logró el ascender a División de Honor la temporada 2001-02, la máxima categoría posible, por primera vez en su historia. Aunque al año siguiente perdió la categoría fue un síntoma de buen trabajo a nivel de base. Deportivamente el club parecía funcionar. Pero todo cambiaba cuando el primer equipo afrontaba la fase de ascenso. Su papel era decepcionante un año tras otro y pronto se quedaba sin opciones. Hacer un buen campeonato, incluso campeonar, no era garantía de nada y lentamente hizo mella en la afición. Tampoco era algo aislado porque todos los equipos baleares acumularon repetidos fracasos en las fases de ascenso de manera generalizada y denotaba un nivel ostensiblemente menor al de otros grupos de Tercera división. El aficionado quería algo más y después de una década de repetidos fracasos la desmoralización en el club y la afición pasó factura.

En 1993 se conmemoraron los 50 años de la “fundación” del club actual, un año más tarde de lo que tocaba, pues los hechos acontecieron en 1942. Los principales rotativos de las islas publicaron suplementos alusivos al mismo y en uno de ellos, sin argumento alguno, se apuntaba que el Mecánico (uno de sus más remotos antecedentes) se fundó en 1904. Tal era la desinformación sobre la historia del club y sus orígenes que la errata caló durante años entre muchos aficionados hasta fechas recientes.

Etapa de profunda crisis (2002-05)

Después de doce años disputando fases de ascenso y otros tantos fracasos (1990-2002) el club cayó en picado en todos los sentidos. A la inestabilidad social e institucional (que nunca había cesado totalmente) se sumaron las malas relaciones entre el club y la comunidad de propietarios del Estadio Balear (Procampo): incluso se perdieron los ingresos en concepto de publicidad estática. El campo se encontraba en un estado de degradación alarmante y no hubo acuerdo con el Ayuntamiento de Palma para poner remedio a la situación.

Todos estos problemas, siempre latentes y nunca resueltos en su totalidad, acabaron por afectar el rendimiento deportivo. Después de dos temporadas mediocres (2002-03 y 2003-04) la temporada 2004-05 fue funesta en todos los aspectos. Los directivos iban y venían, desapareció el fútbol base, los jugadores del primer equipo no cobraban, la Procampo prohibió el acceso al Estadio Balear del equipo y se tuvo que recurrir a un un polideportivo municipal cercano (Germans Escales) para poder competir. El caos general no auguraba nada bueno y el equipo acabó penúltimo, descendiendo a categoría regional. En suma: el club se sumió en una profunda crisis y estuvo a punto de desaparecer.

El renacimiento (2005-10)

El club tocó fondo en el verano de 2005. Ya sea porque los nuevos rectores impusieron un mayor sentido común o por el susto de ver tan cercana la desaparición, a partir de entonces se impuso una dinámica mucho más estable que dio frutos positivos en pocos años y desde entonces la reconstrucción social, deportiva e institucional del club fue patente.

En el plano económico el club recibió el apoyo económico primero del empresario inmobiliario alemán Matthias Kühn y después del empresario local Bartomeu Cursach, dueño de numerosas empresas de ocio en Mallorca y de una empresa de representación de jugadores, Inverfútbol. El apoyo se notó pronto, ya que en la temporada 2005-06 el equipo campeonó y regresó a la Tercera división. Esta vez, y a diferencia de las dos ocasiones anteriores, su periplo en regional duró tan solo un año.

En septiembre de 2007 se constituyó la Fundación, entidad sin afán de lucro dedicada a objetivos de carácter cultural, social y de promoción del club. Su alcance ha sido, hasta el momento, limitado y con altibajos en su actividad por falta de recursos.

Después de una temporada de transición y consolidación, la temporada 2007-08 fue concebida para asaltar el ascenso a Segunda División B. Logró el campeonato de Tercera División y disputó las eliminatorias de ascenso contra el AD Universidad de Oviedo (11 y 21) y la SD Gernika (00 y 20): después de 18 años el equipo lograba volver a Segunda División B. La siguiente temporada fue deportivamente mala y se descendió a Tercera; pero a diferencia de temporadas anteriores, en lugar de volver a caer en guerras intestinas el proyecto deportivo siguió adelante.

La temporada 2009-10 se concibió con las mismas aspiraciones de dos años antes y fue calcada: se campeonó y se ascendió después de superar al CD Tudelano (victoria 10 y derrota por 21) gracias al valor de los goles en campo contrario. El club volvía a Segunda División B solo un año después de abandonarla.

Retorno a Segunda División B. Conversión en SAD, etapa Crespí-Cursach y crisis (2010-14)

La temporada 2010-11 en Segunda División B sirvió para enmendar los errores cometidos dos temporadas atrás y mantener la categoría sin apuros, quedando el equipo clasificado en media tabla.

Tuvieron mayor trascendencia los acontecimientos a nivel institucional con la celebración de una asamblea extraordinaria de socios del 5 de mayo de 2011 en la que se aprobó por amplia mayoría la conversión del club en Sociedad Anónima Deportiva. Los principales rectores del club, Fernando Crespí (entonces presidente) y Bartomeu Cursach (principal inversor) anunciaron la compra de terrenos para la construcción de una ciudad deportiva y la voluntad de seguir invirtiendo para lograr el ascenso a Segunda División. Gran parte del paquete accionarial fue comprado por ellos mismos después de un proceso de emisión de acciones que duró aproximadamente un año.

La temporada 2011-12 fue planificada para lograr el ascenso y fue deportivamente brillante: se logró el campeonato de Segunda División B después de un campeonato impecable. En cambio la suerte fue adversa en la fase de ascenso, primero con el CD Mirandés (10 y 12) y después con el CD Lugo (31 y 00). Todo salió bien, menos en la recta final. A nivel institucional, el 26 de septiembre de 2012 los principales inversores (Crespí y Cursach) hicieron oficial la compra de los terrenos para la futura ciudad deportiva. Al día siguiente culminó el proceso de conversión en SAD con la celebración de la primera junta general de accionistas y la elección del primer consejo de administración.

La temporada 2012-13 fue planificada con el mismo objetivo, pero el equipo transitó por posiciones de media tabla en todo momento. La alegría vino desde el fútbol base, que desde su recuperación llevaba varias temporadas de crecimiento y logró que el equipo juvenil ascendiera a División de Honor.

A finales de temporada el club recibió dos mazazos inesperados. Primero, el Estadio Balear fue clausurado por amenaza de derrumbe y obligó a jugar de prestado en otros campos: primero en Magaluf (2013-14) y Son Malferit (desde 2014 hasta hoy). Y a nivel institucional los principales inversores del club y responsables de la conversión del club en SAD, Fernando Crespí y Bartomeu Cursach, anunciaron la retirada de su apoyo económico.

La temporada 2013-14 fue planificada bajo el signo de la austeridad económica y la incertidumbre con el objetivo de mantener la categoría, pero desde el principio el equipo transitó por los primeros lugares (incluso fue líder) y tan solo al final cedió hasta ocupar la quinta plaza. Mientras tanto, institucionalmente los problemas crecían: en abril de 2014 el club entró en concurso de acreedores con Demetrio Madrid Alonso como administrador concursal. Un mes después, el 5 de mayo la junta general de accionistas designó un consejo de administración de emergencia formado por socios de base que se hicieron cargo del club a modo de gestora. De no haber sido por ellos el club hubiese sido liquidado por la administración concursal. La situación era desesperada.

La SAD. Etapa Volckmann (desde 2014)

El 2 de junio de 2014 el empresario alemán afincado en Mallorca Ingo Volckmann adquirió el 51% del paquete accionarial, lo cual le daba el control absoluto del club a cambio de garantizar la supervivencia de la entidad, la inversión económica y la estabilidad institucional. En octubre del mismo año el club salía del concurso de acreedores y el horizonte quedaba despejado. Más adelante, el 20 de marzo de 2015 la junta general de accionistas aprobó una ampliación del capital social en tres millones de euros (4,4 millones en total) que reforzó el paquete accionarial de Volckmann y dejaba clara su apuesta de seguir en el club.

Para la temporada 2014-15 se esperaba repetir el buen papel de la temporada pasada y optar al ascenso, máxime después de recuperar la estabilidad institucional con el nuevo inversor. Pero el equipo quedó en media tabla y no consiguió la permanencia hasta el tramo final de liga.

En la temporada 2015-16 (aún por terminar) el balance es desigual. Por un lado el proyecto deportivo pasaba por optar al ascenso a Segunda División A y por segundo año consecutivo las expectativas no han sido las esperadas porque el equipo quedará, una vez más, en media tabla. Por otro lado, el éxito conseguido con la consecución de la Copa RFEF ha dado al club la oportunidad de ganar un título nacional absoluto por primera vez en su historia y una relevancia a nivel nacional no lograda hace años.

Conclusiones 

– Actualmente el club balearico está institucionalmente fuera de peligro. Saneado económicamente, al día con las nuevas tecnologías, posee un fútbol base en constante expansión y está presente en la vida social de las islas con una afición rejuvenecida, lejos del derrotismo y las luchas intestinas que hace una década estuvieron a punto de acabar con él. No puede decirse lo mismo del Estadio Balear, que no depende del club pero está indisociablemente unido a éste; a día de hoy su envejecido recinto es casi irrecuperable y la necesidad de un estadio nuevo es una incógnita aún por resolver. La ciudad deportiva anunciada en 2011 está aún pendiente de aprobación por parte de las instituciones públicas a día de hoy (abril de 2016) y que autoricen el proyecto aún no es seguro. En lo que respecta a la Fundación, la trascendencia de su papel social y cultural para el cual fue creada es aún muy reducido.
  
– El club siempre ha vivido a la sombra del principal equipo de las islas, el RCD Mallorca, que siempre ha tenido mejor conexión con los principales agentes sociales y económicos de la isla. El club balearico ha tenido un apoyo similar (y a veces mayor) en cuanto a masa social pero en términos económicos y financieros menos poderoso, lo cual ha impedido que diese el salto cualitativo necesario para despuntar a un primer nivel competitivo.

– La comparativa entre sendos clubes en términos de palmarés es claramente desigual, pero a nivel de calle la rivalidad sigue viva y se ha mantenido incluso cuando la distancia entre ambos ha sido enorme. A diferencia de otros casos, en que el enfrentamiento a un mismo nivel deportivo condiciona sobremanera la rivalidad local (Barcelona, Madrid, Sevilla o Valencia y antaño en Bilbao o Murcia) aquí nos encontramos con una rivalidad que trasciende la faceta estrictamente deportiva y “resultadista” y que se ha transmitido en la sociedad palmesana a través de varias generaciones desde los primeros enfrentamientos entre ambos clubes, allá por 1921.

– Tampoco es nada desdeñable la supervivencia de un club con unos orígenes tan enraizados en la clase obrera y unos apoyos posteriores básicamente de clase humilde escasamente transversales (si exceptuamos fechas recientes y su conversión en SAD). En la mayoría de casos la falta de grandes inversores (o su presencia, pero en beneficio del equipo rival) hubiese supuesto su desaparición (o absorción por parte del equipo más poderoso) o entrar en un bucle de quiebra / desaparición / refundación / endeudamiento / quiebra tan habitual en otras latitudes del país.

– Históricamente la afición del club balearico ha sido sumamente apasionada para juzgar los aconteceres de su club, sin que ello suponga el abandono total de su apoyo al mismo. Un fenómeno más presente (y preocupante) en su rival ciudadano, que ha vivido años de esplendor y últimamente le cuesta movilizar a una afición que ha vivido épocas (mucho) mejores. El club balearico, tan parco históricamente en éxitos y victorias, se ha acostumbrado a navegar al borde del naufragio, afrontar una desigual rivalidad local desde la desventaja -nunca desde la derrota- y a gestionar la supervivencia temporada tras temporada como un triunfo y su mejor trofeo. Hasta la llegada de la Copa RFEF, su primer gran título nacional después de 96 años de existencia.