Ir al contenido principal

15. El culto a la personalidad. Grande y más grande

Diario de Mallorca, 19 de mayo de 2007

Las campañas electorales saturan a los electores con folletos, carteles, anuncios, mítines. Todo ello acaba por aburrir, al repetirse sin descanso. Lo que ahora desiguala a algunos partidos de otros (entre las principales fuerzas) es su falta de mesura: esto pasa con el Partido Popular en nuestras islas. No sé si en otros lugares pasa con ésta u otras formaciones; pero aquí es una auténtica locura de megalomanía.

En la plaza de España de Palma, principal lugar de paso de los ciudadanos, han colgado un inmenso cartel publicitario en el que aparecen los tres principales candidatos del Partido Popular a la alcaldía, Govern y Consell. Una inmensa lona que cubre dos caras de un edificio de varias plantas en obras, y que a primera vista parece un anuncio de Nike o Adidas hasta que te das cuenta de que no hay ninguna marca publicitaria.

Me parece un delirio de grandeza, el colmo de la megalomanía. Machaca visualmente un lugar ciudadano, y lo politiza agresivamente. Su gigantismo es desagradable, y sugiere una suficiencia que ningunea al resto de fuerzas políticas. Ya no hay competencia por salir más en los medios o pegar más carteles: aquí, se avasalla. Ese cartel es "el ojo que todo lo ve" de quienes nos tutelan y nos rigen en las alturas. ¿Qué pasaría en Madrid si en la Puerta del Sol colgasen un inmenso cartel de Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz-Gallardón? ¿O en Barcelona si en la Plaza de Cataluña hubieran hecho lo mismo con Jordi Pujol o Pasqual Maragall? ¿Por qué aquí pasa esto?

Es el colmo del feudalismo electoral que el partido gobernante desee la reelección mostrando sus candidatos como gigantes omnipresentes, a quienes deberíamos obediencia y sumisión. El coste económico es secundario ante su significancia democrática y su voluntad de ningunear a los que no piensan como ellos. Así, el PP balear muestra que no desea convencer, sino imponer. No se dignifican engrandeciendo sus figuras como candidatos, sino que nos minimizan como ciudadanos y personas pensantes.